El Regreso a CasaSample
Jesús deja a las 99 y va por ti.
Mis papás tienen una historia de “gran susto” como padres primerizos conmigo, y la vuelven a contar a cada cierto tiempo. La historia (resumida) es más o menos así: cuando no existía Netflix, o cualquiera de estas plataformas de streaming, se alquilaban VHS (ya se podrán imaginar los añitos que han pasado) entonces, estábamos mis padres y yo en una de estás grandes tiendas eligiendo nuestra tanda de películas de domingo. Para ese entonces, era pequeña, pero ya caminaba, y mi mamá me ponía siempre unos zapatitos que hacían sonidos cada vez que pisaba, cada uno de mis pasos resonaban (literalmente), por eso ellos me dejaban caminar tranquila en toda la tienda. Hasta que, de repente, dejaron de escuchar el sonido de mis pasos. Mis papás me cuentan que empezaron a buscarme como locos, pidieron que cerraran la tienda, vieron las cámaras, nadie había salido ni entrado en el lugar desde que nosotros lo habíamos hecho. Finalmente, me encontraron, estaba dentro de un parquecito de la tienda, asqueada (por eso no me movía), porque me había hecho pipí. Dicen que, el solo hecho de no encontrarme, aún sabiendo que estaba en la tienda, los desesperaba.
Tal vez, fue una historia innecesariamente larga y con un final un poco asqueroso, pero hay algo que me llamó muchísimo la atención de toda esta experiencia, y fue esta analogía de que los padres escuchen los pasos de sus hijos. Fue inevitable no recordar la parábola de la oveja perdida.
Lucas 15:3-5 dice: “Entonces Jesús les contó la siguiente historia: «Si un hombre tiene cien ovejas y una de ellas se pierde, ¿qué hará? ¿No dejará las otras noventa y nueve en el desierto y saldrá a buscar la perdida hasta que la encuentre? Y, cuando la encuentre, la cargará con alegría en sus hombros y la llevará a su casa”.
Jesús cuando deja de escuchar nuestros pasos, que deberían de estar en conjunto con los suyos, se devuelve a buscarnos. Nosotros somos sus ovejas y él es el buen pastor. Su palabra dice que Él conoce a sus ovejas, y nosotros como ovejas lo conocemos a Él, reconocemos su voz, así como él reconoce el sonido de nuestros pasos.
Lucas 15:6-7 continua: “Cuando llegue, llamará a sus amigos y vecinos y les dirá: “Alégrense conmigo porque encontré mi oveja perdida”. De la misma manera, ¡hay más alegría en el cielo por un pecador perdido que se arrepiente y regresa a Dios que por noventa y nueve justos que no se extraviaron!”.
En el cielo hay celebración por tu regreso a casa, no hay castigo, no necesitas una justificación, ni un eterno sentimiento de culpa, nada de esto se hace para Dios, solo es necesario un corazón arrepentido, que anhele vivir nuevamente en Él.
Reto de hoy: escribe sobre un papel/Pósit: “Jesús reconoce el sonido de mis pasos, así como yo el de su voz”, y pégalo al lado del pósit del día uno.
Scripture
About this Plan
Tus lagrimas no han sido derramadas en vano, sino que tu proceso, ayudará a la cicatrización de las heridas de otros. El propósito de los siguientes cinco días es consolarte, así como Dios hizo conmigo. El temer regresar a la casa de Papá, nuestra casa, ocurre cuando nos olvidamos de la gracia.
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