Finanzas Bíblicas: Cambia Tu y Cambiarán Tus FinanzasSample
Cuando Cristo es Señor, el dinero no lo es
Lucas 19:1-10
“8 Pero Zaqueo, puesto en pie, dijo a Jesús: ‘Señor, la mitad de mis bienes daré a los pobres, y si en algo he defraudado a alguien, se lo restituiré cuadruplicado’. 9 ‘Hoy ha venido la salvación a esta casa’,’ le dijo Jesús «ya que él también es hijo de Abraham; 10 porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido».” (vv. 8-9).
Muchos conocen la historia de Zaqueo. Aquel hombre pequeño, jefe de recaudadores de impuestos, rico y por lo visto muy curioso. Fue Zaqueo que se subió en un árbol para poder ver a Jesús cuando pasaba por su comunidad. Según Lucas 19, en el momento que Jesús lo vió subido en el árbol, le dice: “Zaqueo, date prisa y desciende, porque hoy debo quedarme en tu casa”. A pesar de que Zaqueo era considerado un “hombre pecador” (Lc. 19:7) Jesús optó por hospedarse se su casa.
Los resultados de dicha estadía fueron extraordinarios. Por un lado, Jesús afirma “hoy ha venido la salvación a esa casa”. Esto implica que a partir de ese momento Zaqueo acepta a Jesús como el Mesías esperado y se convierte al Evangelio. Ahora Zaqueo era un discípulo de Jesús. Inmediatamente hubo cambios en la vida de Zaqueo. Y es que cuando Jesús está presente en una vida, esa vida cambia.
La primera decisión de Zaqueo fue tratar el dinero de una manera distinta. Ahora él quiere devolver el dinero que ha robado en su práctica de cobro de impuestos. En esa época, los recaudadores de impuestos tenían por norma el cobrar más de lo que realmente correspondía con el objetivo de enriquecerse. Zaqueo anuncia un plan de restitución.
Aunque estamos seguros que el robo de dinero no era el único pecado de Zaqueo, la historia es clara en indicarnos que el discípulo genuino de Jesús trata sus posesiones materiales de manera distinta. Cuando venimos a Cristo, los patrones del mundo de manejo financiero son dejados atrás y hay una nueva manera de hacer las cosas. Es evidente que la forma como manejo mi dinero es una evidencia de lo que pasa en mi corazón.
En palabras sencillas, el discípulo de Jesús hace negocios de otra forma, compra e invierte con otros criterios, paga lo que debe a tiempo y lo que es justo. El dinero no es nuestro Dios, Cristo lo es y cuándo El está presente manejamos nuestro dinero para Su gloria.
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Cuando nuestras decisiones financieras nos conducen por el camino del déficit recurrente y la acumulación de deuda, no estamos enfrentando solamente un problema financiero, sino uno de carácter. Si queremos cambiar nuestras finanzas, tendremos que cambiar nuestra forma de ser.
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