La teología de la calleSample
Día 2: Los Impuros
¿Te acuerdas cuando surgió el Covid-19? Por temor a contagiarse, muchísimas personas evitaban o trataban de manera despectiva a gente que tosiera o mostrara algún síntoma asociado con el virus. Pues, irónicamente, la sociedad en la que Jesús vivió, hacía lo mismo con la gente a la que consideraban “impuros”.
Si vamos a los primeros cinco libros de la Biblia, especialmente en Levítico, encontramos muchísimos mandatos de pureza que los israelitas debían obedecer. La persona que no siguiera esas directrices se consideraba impuro y era marginado, a tal punto, que no podía tener contacto con nadie, ni ninguna persona contacto con él, porque quien lo hiciera se consideraría impuro también. La impureza era como el Covid -19. Por así decirlo, era “contagiosa”.
Debido a todas estas normas de pureza, es que los religiosos judíos de la época de Jesús, tenían tantos problemas con Él. Por ejemplo: Había un hombre con la mano seca o tullida. Si Jesús tocaba a ese hombre “impuro”, Jesús mismo se volvería “impuro” también. Entonces Él, no solo lo tocó, como hizo con otros enfermos; sino que además hizo algo peor ante los ojos de los fariseos y maestros de la ley: Sanó a ese hombre de la mano seca un sábado, día de descanso. El día de descanso era una de las normas más sagradas del judaísmo en el que Jesús vivió.
Lo que Jesús hizo no solo iba en contra de las normas, iba en contra del odio y del legalismo. Los religiosos de la época tenían las normas por encima de la gente; Jesús puso a la gente por encima de las normas. Jesús les dejó claro que el ser humano no fue hecho para el día de descanso; sino que el día de descanso se hizo para el ser humano.
Bueno, ¿y qué tiene que ver esto con nosotros, los cristianos en el siglo 21? Lo mismo aplica a nuestros días, pero ya no con el sábado como día de reposo y otras normas de pureza, como en Levítico. Hoy no rechazamos a la gente por muchas de las normas de este libro, pero sí por las normas de nuestra sociedad y algunas veces, de nuestras mismas congregaciones.
Hay personas que no van a lucir iguales que nosotros y que tampoco van a pensar igual que nosotros. Aún así, hay que ser como Jesús, sentir amor por ellos. No cometamos el error de poner las normas por encima de la gente. El amor de Dios es más que suficiente y “cubre multitud de pecados”. El Señor nos envía a amar a aquellos a los que la sociedad y a veces, las mismas iglesias consideran impuros.
Para pensar:
¿Amo a la gente porque son una creación de Dios y mis prójimos o sólo amo al que piensa igual que yo?
Oración:
Señor, ayúdame a no considerar impuro a aquellos por los que tú también has dado tu vida. Ayúdame a no considerar impuros a los que piensen diferente a mí. No quiero poner las normas por encima del amor. Quiero amar a mi prójimo como a mi mismo/a. Quiero amar a las personas que la sociedad considera impuras e indignas de amor y respeto. Quiero amar como tú. Amén.
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About this Plan
Este plan busca ayudarte a reflexionar sobre la fe y a entender que la espiritualidad es algo que se vive de adentro hacia afuera, y no al revés. En este plan de cinco días se tocarán algunos asuntos que en la iglesia de Cristo aún causan revuelo, pero que hay que hablar. Esta lectura se enfoca en cómo Jesús fue un revolucionario y cómo hoy nosotros podemos seguir sus pasos.
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