En tiempos de crisis, alimenta tu feSample
Ester Martínez - Psicóloga
«El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente» (Salmos 91:1)
Estaba pensando estos días en cómo podemos afrontar los cristianos la situación tan grave por la que el mundo entero está pasando y que tardará en desaparecer de nuestra memoria individual y colectiva mucho tiempo.
Es tremendo no solo por la gravedad del tema sino también, y especialmente, por la sensación de impotencia que nos invade a todos.
Pero hasta cierto punto el párrafo anterior no tendría que ser del todo verdad para los cristianos. Ciertamente nos sentimos tan pequeños e inútiles que podemos caer en sentimientos de derrota que nos inhabiliten y nos suman en la más terrible tristeza y sensación de fracaso.
Pues, desde este corto escrito, quiero deciros que hay mucho que podemos y debemos hacer. Podemos ser las manos y los pies de Jesús para aquellos que nos rodean y que necesitan ayuda porque están solos o enfermos (ofrecerles hacer la comprar, sacarles la basura, llamar por teléfono o usar las redes sociales para conectar con ellos de manera continuada…) pero, sobre todo, orar, orar como nunca, por la situación. Recordemos el texto: «…si mi pueblo se humillase y buscaren mi rostro y se convirtieren de sus malos caminos; oiré su oración, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra…» (2 Crónicas 7:14).
Hay una frase que mi marido usa a menudo y que quiero dejarla aquí para vuestra consideración: «¿Qué le decimos a Dios cuando oramos? Le estamos comunicando que le necesitamos pero, y como consecuencia, ¿qué le decimos a Dios cuando no oramos?»
¿Hemos estado viviendo los últimos años diciéndole a Dios que no le necesitamos? ¡¡¡Qué poco hemos pensado en la que nos podía llegar!!!
Y ahora, pobres de nosotros, le necesitamos tanto que nuestra vida de oración debe cumplir, de verdad, el mandato de orar sin cesar (1 Tesalonicenses 5:17).
Pero además de orar, hemos de brillar como nunca antes, viviendo nuestra fe y confianza en el Creador de manera muy clara. Debemos publicar que, a pesar de todo, Él está en control de la historia y que creemos, de verdad, que «ni un cabello de nuestra cabeza cae sin su consentimiento» (Lucas 21:18). Por lo tanto, será necesario proclamar que somos inmortales hasta que Él dictamine lo contrario y que «en quietud y en confianza en el Señor está nuestra fuerza» (Isaías 30:15).
También debemos dejar patente que el miedo, aunque legítimo, puede convertirse en paz al saber que Dios está con nosotros y que «en todo nuestro sufrimiento Él también es angustiado» (Isaías 63:9) y sufre con los que sufren. ¡Qué Dios hay como el nuestro que nos asegura que siempre «¡estará con nosotros en la angustia!» (Salmos 32:7, 91:15).
Estos días el Salmo 91 ha estado muy presente en las redes sociales de los creyentes. Es uno de mis preferidos y me gustaría dejar unas palabras en cuanto a su primer versículo. Lee el salmo entero con detenimiento y verás que es un salmo, no tanto de consuelo, sino de protección y seguridad. Nos dice, para empezar, que el que mora bajo el abrigo de Dios puede estar en paz, en ese refugio, sabiendo que pase lo que pase fuera, puede descansar totalmente dentro del castillo que Él ofrece.
Es importante notar que estar bajo su sombra es una elección pero, es también, una condición para que Él sea un refugio en tiempos en los que nadie más puede ayudarnos. «Dios es nuestro amparo y fortaleza nuestro pronto auxilio en las tribulaciones; por tanto, no temeremos…» (Salmos 46:1-3)
¿Dónde hemos estado los creyentes en los últimos años? ¿Nos hemos refugiado bien? ¿Hemos hecho excursiones al «reino de las tinieblas»? ¿Está queriendo Dios decirnos algo a través de esta pandemia?
Quizás es hora de volvernos a nuestro Redentor y que su pueblo sea vocero, como nunca antes, de que hay un lugar seguro «debajo de sus alas» (Salmos 91:4) y que, aunque pasen cosas terribles en este mundo caído, Él reina y está con nosotros, y nos dice todos los días: «¡No temas porque Yo te redimí, mío eres tú!» (Isaías 43:1,2).
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Seguramente has tenido alguna vez la sensación de la ausencia de Dios en medio de los conflictos. Son momentos en los que nuestra fe es probada para afirmarnos en la seguridad de que Dios está al control de nuestras vidas, de la historia, y el temor puede convertirse en paz al saber que Dios está con nosotros. Dios tiene algo que decirte en los próximos días. ¡Adelante!
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