En tiempos de crisis, alimenta tu feSample

Luis Fajardo - Director de Sociedad Bíblica España

33 ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! 

34 Porque, ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? 

35 ¿O quién le dio a Él primero, para que le fuese recompensado? 

36 Porque de Él, y por Él, y para Él, son todas las cosas. A Él sea la gloria por los siglos. Amén.

Los versículos 33 al 36 constituyen una hermosa doxología, un himno de alabanza a Dios por la maravilla y el misterio de su proceder en la salvación del hombre. Al pensar en su misericordia y su sabiduría la única reacción posible es la adoración. 

Todas las cosas son de Dios, por Dios, y para Dios.

Esto significa que el origen, la causa o la decisión suprema para todo, es Dios. Todo es dependiente de Dios, en su comienzo y durante toda su existencia (de Él, por Él).

Escribiendo a los efesios Pablo lo dice de esta forma: (1:11b)  «...según el propósito de Aquel que obra todas las cosas conforme al consejo de su voluntad».

«[Dios] obra todas las cosas conforme al consejo de su voluntad.» 

Y en Romanos 9:16 lo dice así: «Así que no depende del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.»

De Él, por Él y para Él son todas las cosas. Significa que no hay una explicación para lo que es o sucede que sea más profunda o decisiva que Dios mismo. Esto es lo que queremos expresar cuando decimos que Dios es absolutamente soberano.

La consecuencia práctica es que somos absolutamente dependientes de Dios para todas las cosas, lo que debería provocar en nosotros una profunda humildad. 

En estos días donde somos conscientes de una forma muy especial de nuestra gran fragilidad, cuando nos enfrentamos al sufrimiento, a la angustia o quizás a la pérdida, nuestro único consuelo y nuestra esperanza reside en entender y creer que de Él, por Él y para Él son todas las cosas.

Y esto cambia la perspectiva todo.

No solo todas las cosas son de Dios y mediante Dios, sino que, como dice al final el versículo 36: «A Él sea la gloria para siempre.»

En medio de todo lo que estés viviendo en estos días, confía en el Señor y reconoce que Él es dueño y Señor. Y podrás descansar en Él.

Oración: 

Señor Jesús, queremos aprovechar este tiempo para tener intimidad contigo, para aprender a valorar lo que tenemos y somos gracias a Ti. Todo es tuyo, te pertenece, Señor. Que en medio de nuestra fragilidad nos volvamos a Ti, porque de Ti, por Ti y para Ti son todas las cosas. A Ti sea la gloria para siempre.