La Biblia con Nicky y Pippa Gumbel 2020Sample
Aleluya
Casi 50 millones de personas han visto hasta ahora el video de YouTube de unos desprevenidos compradores que reciben una sorpresa mientras están comiendo. Una joven mujer, que aparenta estar disfrutando su almuerzo en la zona de restaurantes se levanta; mientras parece estar hablando por su teléfono, comienza a cantar el estribillo de «Aleluya». Todas las personas alrededor de ella (que están confabuladas) resultan ser cantantes de ópera que se levantan y se unen de uno en uno a la canción.
(http://www.youtube.com/watch?v=SXh7JR9oKVE&feature=youtube_gdata_player)
«El Mesías» es la obra más famosa de Frederick Händel y cuenta la historia de Jesús, el Mesías. La segunda parte trata de su muerte en la cruz y su ascensión a los cielos; termina con el estribillo de «Aleluya». En la primavera de 1742, el rey Jorge II se puso en pie al sonar las primeras notas del triunfante «Aleluya». El protocolo real siempre ha requerido que cada vez que el monarca se ponga en pie, igualmente lo haga todo aquel que esté en su presencia. Así que todo el público y la orquesta se levantaron. El rey Jorge II había aceptado que también él estaba sujeto al Señor de señores y al Rey de reyes.
La palabra «Aleluya» es una invitación a la alabanza, pues significa literalmente «Alaba (Hallal) al Señor» (Yahveh). Aparece en 25 ocasiones en el Antiguo Testamento (principalmente en los Salmos), y cuatro veces en el Nuevo Testamento, todas ellas en nuestro pasaje de hoy.
Salmos 148:1-6
1. Los salmos aleluya
En los conciertos de rock, los partidos de fútbol y otros grandes eventos deportivos, vemos escenas de entusiasmo desbordado. Pero todos estos eventos tendrían que palidecer por su insignificancia comparada con nuestra desbordante alabanza a Dios.
Las palabras de apertura de este salmo son «¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!» (v.1). Los últimos cinco salmos (Salmos 146–150) empiezan y terminan cada uno de ellos con «aleluya». Los salmos, igual que el Nuevo Testamento y la Biblia entera, terminan con una alabanza desbordada, bendiciones y deleites.
«¡Aleluya! […] Alaben al Señor desde los cielos, alábenlo desde las alturas. Alábenlo, todos sus ángeles» (vv.1b-2a).
Hasta los ángeles alaban a Dios. Como veremos en nuestro pasaje del Nuevo Testamento de hoy, cuando Juan vio uno de los ángeles, se postró para adorarlo (al ángel). Pero el ángel le dijo: «¡No, cuidado! Soy un siervo como tú y como tus hermanos que se mantienen fieles al testimonio de Jesús. ¡Adora solo a Dios!» (Apocalipsis 19:10).
Igual que todos los salmos, es algo que se puede convertir en tu propia oración y alabanza:
«Alábenlo, todos sus ejércitos. Alábenlo, sol y luna, alábenlo, estrellas luminosas. Alábenlo ustedes, altísimos cielos, y ustedes, las aguas que están sobre los cielos. Sea alabado el nombre del Señor» (Salmo 148:2b-5a).
Apocalipsis 18:17-19:10
2. La celebración de aleluya
Mi padre era un judío de origen alemán. Muchos miembros de su familia sufrieron y murieron en los campos de concentración bajo el maléfico imperio del Tercer Reich. Aquel imperio se acabó, y no poco después surgió otro imperio maligno. En la Rusia soviética de Stalin, al menos 20 millones de personas fueron asesinadas. El pueblo de Dios era encarcelado, torturado y asesinado. Hoy tenemos a Siria, el Daesh, Corea del Norte, Zimbabue y otros regímenes maléficos alrededor del mundo.
El pasaje del Nuevo Testamento de hoy comienza por la destrucción completa de la gran ciudad de «Babilonia». Hemos visto que se trata de una manera de describir no solo la destrucción del Imperio romano —la cual tenía en mente el autor— sino también la destrucción de todas las «Babilonias» que han florecido a lo largo de la historia.
«Babilonia» se refiere al Imperio romano, al Tercer Reich, a la Rusia de Stalin, al Daesh así como a otros imperios y sistemas filosóficos malignos y totalitarios. Naciones enteras fueron descarriadas (18:23) y el pueblo de Dios fue perseguido: «En ti se halló sangre de profetas y de santos» (v.24a).
Es por esto que hay tal alivio cuando su poder llega a su fin. Los grandes coros del cielo cantan «Aleluya»:
«Después de esto oí en el cielo un tremendo bullicio, como el de una inmensa multitud que exclamaba: “¡Aleluya!”» (19:1). Alaban a Dios porque se ha hecho justicia. Los juicios de Dios son verdaderos y justos: «¡Alégrate, oh cielo, por lo que le ha sucedido! [...] Dios, al juzgarla, les ha hecho justicia a ustedes» (v.20).
«¡Aleluya!» se repite (v.3). La iglesia entera y la creación se postran y alaban a Dios que está sentado en el trono (v.4). Y por tercera vez, claman: «Amén, ¡Aleluya!» (v.4).
Finalmente, por cuarta vez: «Después oí voces como el rumor de una inmensa multitud, como el estruendo de una catarata y como el retumbar de potentes truenos, que exclamaban: «“¡Aleluya!”» (v.6).
Entonces, comienza la celebración:
«¡Alegrémonos y regocijémonos
y démosle gloria!
Ya ha llegado el día de las bodas del Cordero.
Su novia se ha preparado,
y se le ha concedido vestirse
de lino fino, limpio y resplandeciente» (vv.7-8).
Las bodas del Cordero son el desposorio de Cristo con su iglesia (ver Efesios 5:32; Apocalipsis 21:2). En contraste con los llamativos vestidos de la adúltera y promiscua Babilonia (18:23b), la iglesia está vestida de un simple «lino fino, limpio y resplandeciente» (19:8). Estás revestido con la justicia de Cristo.
Esta es la gran y eterna celebración de la «cena de bodas del Cordero» (v.9). Ser «convidado» (v.9) es la mayor bendición de todas. El resto del Nuevo Testamento nos cuenta que estás convidado, pero tienes que elegir aceptar la invitación.
No es de sorprender que Juan quiera postrarse a los pies del
ángel y adorarlo. Pero no debes adorar al mensajero sino solamente a Aquel de quien trata el mensaje: «¡Adora solo a Dios!» (v.10). Y debes ir y contárselo a los demás: «El testimonio de Jesús es el espíritu que inspira la profecía» (v.10).
Señor, gracias porque la historia de este universo va a terminar en «aleluya», alabanzas, acciones de gracias y adoración. Gracias porque Tus juicios son verdaderos y justos. Gracias porque podemos mirar al futuro aguardando las bodas del Cordero. «¡Alegrémonos y regocijémonos y démosle gloria!» (v.7).
Nehemías 7:4-8:18
3. El pueblo aleluya
Como hemos visto, igual que Dios llamó a Nehemías y a su pueblo a la reconstrucción de los muros de Jerusalén, Él nos llama a construir y reconstruir la iglesia. Una de las maneras en las que Dios te guía es poniendo ideas en tu corazón. Nehemías dijo: «Mi Dios puso en mi corazón el deseo de reunir a los nobles, a los oficiales y al pueblo, para registrarlos según su descendencia» (7:5). Nehemías registró a los exiliados que habían retornado (vv.6-73).
Cuando se completó la reconstrucción de Jerusalén, el pueblo se reunió para escuchar la exposición de las Escrituras hecha por Esdras. «Todo el pueblo estaba muy atento a la lectura del libro de la ley» (8:3). «Abrió el libro y todo el pueblo se puso de pie» (8:5). Se pusieron en pie por respeto a la palabra de Dios.
«Entonces Esdras bendijo al Señor, el gran Dios. Y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: “¡Amén y amén!”. Luego adoraron al Señor, inclinándose hasta tocar el suelo con la frente» (v.6).
Nuestro cuerpo expresa lo que hay en nuestro corazón. Es por eso por lo que, cuando estoy solo, me gusta arrodillarme al leer la Biblia como signo de reverencia y respeto hacia Dios, pues he venido a escucharle y alabarlo a Él.
Alzar las manos en alabanza era práctica común tanto del pueblo judío como de los primeros cristianos («levantando las manos», v.6). El papa Benedicto XVI escribe: «El gesto de oración más antiguo de la cristiandad es la oración con los brazos extendidos». Este gesto es una «forma radical de alabanza». Expresa nuestra apertura a Dios a la vez que nuestra apertura en amor a los demás.
Todos nuestros encuentros para alabar y bendecir a Dios son un anticipo y una participación de la gran alabanza del cielo: el eterno coro de Aleluya. En este pasaje de Nehemías, vemos un ejemplo de esto. Resuena como un eco y anticipa la gran alabanza de Apocalipsis 19.
Nehemías es el gobernador, Esdras el sacerdote y escriba, y los levitas instruían al pueblo. Lloraron al escuchar las palabras de la Ley (v.9).
Pero Nehemías les dijo que era un tiempo para la alegría y la celebración: «Ya pueden irse. Coman bien, tomen bebidas dulces […] No estén tristes, pues el gozo del Señor es nuestra fortaleza» (v.10). Hubo un tiempo de celebración y gran alegría (v.12).
Como escribe Joyce Meyer: «Cada día Dios nos da un regalo santo y precioso de Su parte. Deberíamos disfrutarlo completamente. El gozo es poderoso. Nada libera más el gozo sobrenatural en nuestras vidas que ser una bendición para las demás personas».
Señor, gracias porque hay tantas bendiciones por las que alabarte. Te alabo por la venida de Cristo en el primer día de Navidad. Gracias porque anticipamos su regreso, la fiesta de las bodas del Cordero que tendrán lugar, y la gran alabanza y adoración celestial que durará para siempre. ¡Aleluya!
Pippa Adds
Pippa añade
Nehemías 8:10–18
Es bueno «celebrar» y disfrutar comer «bien, [y] bebidas dulces», pero si solo es para nuestro propio consumo, entonces parece algo un poco egoísta y vacío. Ellos combinaron esto con enviar «algo a aquellos que no tenían nada preparado» y la lectura de la palabra de Dios. Aquello le dio una dimensión y una profundidad diferente.
References
Notas:
Escritura marcada (MSG) es tomada de la traducción bíblica The Message, no está traducida al español, se parafrasea.
Joyce Meyer, La Biblia de la vida diaria, (Casa creación, 2010)
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About this Plan
Este plan lleva a los lectores a través de todas las Escrituras en un año, incluyendo el Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento y un Salmo o Proverbio cada día. Combinado con un comentario diario de Nicky y Pippa Gumbel, este plan nos guía a conectarnos más estrechamente con la Palabra de Dios y nos alienta no solo a aplicar las enseñanzas de las Escrituras a nuestra vida diaria, sino también a profundizar en nuestra relación con Jesús.
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