Mis batallas por ganarSample
Las batallas internas
Volviendo al pasaje de ayer, pensaba en el impacto de las batallas en el cuerpo, sobre todo de aquellas que atentan contra la unidad.
En Hechos 8 Saulo creyó haber ganado una batalla, que en realidad había perdido. Lo supo después.
Lo mismo nos pasa a nosotros, ganamos discusiones que después nos damos cuenta, nos hicieron perder. Perdemos confianza, amistad, oportunidades, influencia, paz. Perdemos a la larga, cosas que la victoria no nos dio.
Pablo sabia de batallas en las que aprendió que algunas victorias vienen luego del silencio, después de callar la respuesta que desatará una confrontación por la razón, no por la verdad. El conejo a Timoteo entonces es, “No discutas pavadas, no busques tener razón, más bien preocúpate por estar presentable ante el Rey, hablando la verdad, no teniendo razón.”
La unidad del cuerpo, depende en parte de coyunturas que sean capaces de amortiguar el golpe, flexionar y resistir, pensando en el propósito más que en la razón.
No existe la vida sin conflicto, pero lo sabio es saber cuáles debo enfrentar, y cuales debo dejar pasar. Quiero mejorar en esto, y recibir de Dios la claridad para diferenciar unos de otros. Bajar el nivel de conflicto a lo necesario en función del propósito, no a la grilla de peleas ganadas. No sirve de nada llegar al final de la escalera y darme cuenta que la había puesto en la pared equivocada, verdad?
Hoy es un buen día para escuchar antes de contestar, y pensar, ¿vale la pena ganar esta pelea? Porque si el ganar no trae nada muy relevante, seguro acabamos de perder algo más importante que tener razón.
Scripture
About this Plan
La imagen más común de un guerrero podría ser de pie, junto a su vencido, mostrando su poder, gozando su victoria. No es así en el Reino. Ganamos las batallas que nos encuentran de rodillas en el lugar correcto. Arrasadoramente humildes, extremadamente honestos, absolutamente vulnerables, delante de aquel que ganó para nosotros, la más grande de todas las batallas
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