La Biblia con Nicky y Pippa Gumbel 2019Sample
Que venga tu reino
Su majestad, la reina Isabel II, ha gobernado el Reino Unido durante más de sesenta años. Se ha convertido en la monarca británica con el reinado más prolongado. Cada año, el día de Navidad, dirige un mensaje a la nación. En 2014 expresó: «Para mí la vida de Jesucristo, el Príncipe de Paz, cuyo nacimiento celebramos hoy, es una inspiración y un pilar en mi vida».
Hace poco, citando el Evangelio de Juan, la monarca señaló que la luz de Jesús vence los momentos de oscuridad que sufrimos en 2015. Enfatizó que la historia de Jesús cautiva nuestra imaginación y su mensaje inalterable nos inspira no a la venganza ni la violencia sino a difundir amor en todo lugar y momento.
Isabel II se refería a otro reino, un reino que Jesús vino a establecer y el cual vendrá a regir nuevamente. Jesús nos enseñó a orar: «Venga tu reino» (Mateo 6:10). Este reino no es otra cosa que el señorío y el reinado de Dios.
Salmos 10:12-18
Clama por la transformación de la sociedad
«El Señor es rey eterno» (v.16a). Dios tiene el control máximo de este universo. Pero el salmista también clama a Dios: « ¡Levántate, Señor! ¡Levanta, oh Dios, tu brazo!» (v.12a). Pide, en efecto, que el reino de Dios venga a la tierra. Cuando Dios se mueve, «el hombre, hecho de tierra, no [sigue] ya sembrando el terror» (v.18b).
El salmista ora en particular por diversos grupos de personas. Pide por quienes son:
- Indefensos (v.12)
- Atribulados (v.14)
- Dolientes (v.14)
- Víctimas (v.14)
- Huérfanos (vv.14,18)
- Desamparados (v.18)
- Oprimidos (v.18)
Si deseas ver venir el reino de Dios y que nuestra sociedad sea transformada, estas son las personas por quienes debes interesarte.
Señor, gracias por ser rey. Pido por aquellos que son indefensos, atribulados, dolientes, víctimas, huérfanos, desamparados u oprimidos. Que venga tu reino.
Mateo 13:18-35
Habla a la gente sobre Jesús
Cada vez que le hablaste a alguien sobre Jesús y el evangelio, «plantaste» una semilla en su corazón. No toda semilla que plantes dará fruto, como vemos en la parábola del sembrador. Algunas semillas nunca echarán raíces (v.19). Otras solo producirán resultados temporales. Podemos llegar a alejarnos de Dios debido a la «tribulación» o «las preocupaciones de esta vida y el engaño de las riquezas» (vv.21-22).
Pero si la semilla crece bien, la parábola indica que podremos tener un impacto enorme. «Pero el que recibió la semilla que cayó en buen terreno es el que oye la palabra y la entiende. Este sí produce una cosecha al treinta, al sesenta y hasta al ciento por uno» (v.23).
Al pensar en quienes participaron en Alpha hace cinco, diez o quince años, veo que han tenido un impacto inmenso. Algunos incluso han comenzado ministerios que han alcanzado un impacto global.
Jesús narra muchas parábolas sobre el reino de Dios (el «reino de los cielos» es la forma preferida de Mateo, siguiendo la habitual práctica judía de expresar reverentemente «cielos» en lugar de «Dios»).
El reino es tanto «ahora» como «todavía no». La parábola de Jesús sobre la mala hierba indica que hay un aspecto futuro del reino. Por el momento, el trigo y la mala hierba crecen juntos. Un día habrá una cosecha y un juicio. Cuando Jesús regrese, el reino de Dios vendrá en toda su plenitud (vv.24-30).
Jesús prosigue diciendo que el reino de los cielos es como una semilla de mostaza que un hombre tomó y plantó en un campo. Aunque es la más pequeña de las semillas, al crecer es la planta más grande del huerto y se convierte en un árbol al que incluso se aproximan las aves y anidan en sus ramas (vv.31-32).
La metáfora de las aves sobre las ramas aparece algunas veces en el Antiguo Testamento, donde simboliza gente de todas las naciones convirtiéndose en parte de la familia de Dios (ver Ezequiel 17:22-24; 31:3-14; Daniel 4:9-23). Jesús recordaba a sus oyentes que el reino de los cielos no sería solo para una nación sino para todo el mundo.
Hay muchos tipos de siembra. Por ejemplo está la «plantación de iglesias». Lo que se planta suele ser pequeño, como una semilla de mostaza. Pero al sembrar, crece (Mateo 14:31-32).
Veo algunas de las «iglesias plantadas» por acción de nuestra congregación local y contemplo el enorme impacto que ejercen en su zona –«vienen las aves y anidan en sus ramas» (v.32)– con gente que llega al reino de Dios de forma tan inesperada como habrán sido los creyentes gentiles para la nación judía. En distintas partes del mundo podemos ver el impacto de la «plantación de iglesias». Como señaló tiempo atrás Peter Wagner, experto en crecimiento de iglesias: «La plantación de iglesias es la forma de evangelización más eficaz conocida bajo el cielo».
Jesús continúa hablando sobre el reino de los cielos como levadura que fermenta la masa (v.33). Tu influencia puede ser inmensa: en tu hogar, familia, escuela, universidad, fábrica u oficina. Así es cómo se lleva a cabo la transformación de la sociedad.
Señor, ayúdame a plantar tantas semillas como sea posible mientras procuro compartir la buena noticia de Jesús con los demás. Que venga tu reino en mi ciudad, nación y por todo el mundo.
Génesis 36:1-37:36
Inclínate ante el Rey de reyes
Hoy comenzamos la historia de José. Fue amado más que ningún otro de los hijos de Israel (37:3) y sus hermanos estaban celosos (v.4). José tuvo sus famosos sueños. Vio a sus hermanos inclinándose ante él (vv.7,9).
No hay dudas de que Dios, en ocasiones, nos habla por medio de sueños. Ciertamente habló así a José (vv.5,9). Mediante tales sueños vislumbró lo que deparaba el futuro y lo que Dios haría con él.
Sin embargo, no siempre es sabio contarle a todo el mundo los sueños ni las visiones que tengas acerca de tu propia vida. José tenía 17 años (v.2) y era inexperto. Su error fue contar sus sueños a todos. Esto generó mayor odio (vv.5,8) y celos más grandes (v.11). Sus hermanos dijeron: «¿De veras crees que vas a reinar sobre nosotros, y que nos vas a someter?» (v.8a). Aborrecían la posibilidad de que José llegara a ser su rey.
Luego tuvo otro sueño en el que los vio haciendo «reverencias [ante él]» (v.9). Su padre, sabiamente, simplemente «observaba» y «meditaba» en las palabras de José (v.11). Si no estás seguro de cómo responder a un sueño o una visión que te parezca originado por Dios, la respuesta más sabia es simplemente meditar en tu corazón (ver Lucas 2:19).
No obstante de nuevo, con cierta insensatez, José cuenta el asunto a toda su familia. Sus hermanos se pusieron aún más celosos (Génesis 37:11). Tramaron matarlo (v.18). Lo vendieron a los madianitas quienes a su vez lo vendieron a Potifar, en Egipto, uno de los funcionarios del faraón, capitán de la guardia (v.36). José, entonces, quedó bajo otro rey, en Egipto.
Como resultado de la imprudencia de José en cuanto a compartir los sueños con sus hermanos, pasó por años de dificultades y pesares. Pero Dios usó toda esta situación para desarrollar su carácter y prepararlo para la gran obra de su vida.
El reinado del que leemos en el Antiguo Testamento era una anticipación del reino de Dios en el Nuevo Testamento. En el pasaje de hoy vemos una variedad de gobernantes humanos, desde los reyes y jefes de Edom (36:31-43) hasta el faraón egipcio (37:36). Uno de los mensajes claves en estos últimos capítulos de Génesis es que Dios está, en última instancia, por encima y por detrás de todos los regentes humanos. Esto se evidencia de forma particular en la historia de José.
A veces los giros y las vueltas de la historia parecen bizarros y aleatorios. No obstante, leemos sobre la participación de Dios (como en los sueños de José) y oportunamente descubrimos que todo obraba para el cumplimiento de los propósitos divinos (50:20).
José es una tipología de Cristo. En otras palabras, su vida anticipa la vida de Jesús (como veremos en los próximos días). Pero aquí, al comenzar, vemos un contraste evidente. Jesús también sabía cómo lo usaría Dios, pero fue muy discreto en cuanto a quién contárselo. De hecho, fue tan discreto que algunos se refieren a ello como el «secreto mesiánico».
También vemos en este pasaje el inicio de las similitudes entre José y Jesús. Un día, la gente se inclinaría ante José (37:7,9) y un día toda rodilla se doblará ante el Rey Jesús (Filipenses 2:10; Apocalipsis 19:4,6).
Es cuando te inclinas voluntariamente ante Jesús y lo reconoces como Rey supremo de tu vida, que te preocupan menos los resultados de los diversos poderes que actúan en otros seres humanos a tu alrededor (por ejemplo, un maestro, un jefe o un gobierno).
Señor Jesucristo, Rey de reyes, gracias porque al seguirte me pongo bajo tu reinado. Hoy me arrodillo ante ti y te confieso como Señor. Pido que venga tu reino a mi vida y la vida de quienes me rodean.
Pippa Adds
Pippa añade:
Génesis 36:1–37:36
¡A Jacob le vendría bien un ejemplar de El libro para padres de familia! Favorecer a uno de tus hijos ocasiona problemas. Pero Dios usa incluso nuestros errores para sus propósitos.
References
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