Yo Voy a PelearSample

CUARTO DÍA:

Las personas generosas son:

CONTAGIOSAS

VERSÍCULO: 

¿Has conocido alguna vez a alguien que “impregne” a todo a quien conoce? ¿Alguien con una personalidad magnética, con un don único? o ¿tal vez simplemente a una persona increíblemente cariñosa y amable? Todos los cristianos estamos llamados a ser un poco “contagiosos” en el mejor sentido de la palabra.  Dondequiera que vayamos, debemos afectar nuestro entorno. 

En la escritura de hoy, los historiadores dicen que María derramó no cualquier perfume, sino el equivalente a 50 000 dólares del mejor perfume que había en los pies de Jesús. No sólo era caro, sino que además tenía un olor fuerte. Dicho olor no sólo habría llenado la casa, sino que posiblemente habría llenado toda la calle. Todo el vecindario debió haberse dado cuenta de que estaba ocurriendo algo especial. Lo mismo puede decirse de nuestra generosidad. Cuando derramamos lo mejor de nosotros mismos ante Dios, impactamos nuestro entorno e inspiramos a los demás. Nuestra generosidad tiene un efecto contagioso. 

Hace años, CBS News hizo un reportaje desde Amesbury, Massachusetts, sobre una situación inusual que ocurrió en una cafetería llamada “Heav’nly Donuts”.  

Un viernes por la mañana, Eileen Taylor hizo su parada habitual en la popular tienda de donas. La mujer que estaba frente a ella pagó por sus bebidas, y Eileen pensó que aquel fue un gesto genial. Así que, a la mañana siguiente, en el autoservicio de la misma tienda, Eileen decidió devolver el favor pagando por la gente que estaba en el auto detrás del de ella. Al hacerlo, los ocupantes de aquel coche pagaron por el coche de atrás, y el siguiente coche hizo lo mismo. El gesto repitió sucesivamente 14, 15 y 16 veces. Cada persona pagando por la persona que estaba detrás de ellos.

La cajera empezó a informarle a los clientes: “Vamos en 17 coches, puedes seguir adelante o puedes tomar tu café e irte. De cualquier manera, es tu elección”.  

Al final de esa mañana, según la cajera, 55 clientes consecutivos pasaron y pagaron por la persona que estaba detrás de ellos. Me encantaría saber quién fue el tacaño número 56. Los empleados se quedaron atónitos de que todos los clientes estuvieran tan dispuestos y entusiasmados por continuar la cadena de generosidad.  

No te imaginas el efecto dominó que tu generosidad puede tener en la vida de otra persona. Un amable acto de generosidad puede poner en marcha algo que nunca pensaste que fuera posible. No tenemos idea de cómo otra generación podría verse afectada por lo que construyamos hoy. 

¿Considerarías que tu estilo de vida de ayudar a los demás es un ejemplo que valga la pena seguir?  

¿Has visto que tu generosidad inspire a otras personas? 

Seamos contagiosos y generosos.