La Biblia con Nicky y Pippa Gumbel 2018Sample
Confía en que Dios enmendará las cosas
Pippa y yo disfrutamos juntos el pasatiempo de completar crucigramas. Cuando nos vemos atascados en una pista no abandonamos sino que avanzamos con la siguiente. Y al encontrar una respuesta, esta nos ayuda a resolver otras pistas. Al final, en ocasiones podemos solucionar la mayor parte del crucigrama (¡aunque raramente logramos resolverlo por completo!).
En cierto modo, leer algunas partes difíciles de la Biblia se parece a intentar solucionar un crucigrama. Pero en vez de enredarte en una sección difícil, puedes usar los pasajes que comprendes para ayudarte a resolver algunos que parecen más difíciles.
A menudo, nos resulta difícil no solo entender ciertos pasajes de la Biblia sino también comprender la razón por la que suceden algunas cosas en nuestro mundo. ¡Pareciera haber tanta injusticia! En tal sentido, no hay respuestas fáciles.
Me encanta la segunda gran respuesta retórica del pasaje de ayer: «Tú, que eres el Juez de toda la tierra, ¿no harás justicia?» (Génesis 18:25).
Una cosa sobre la que podemos tener certeza es que en el último día de la historia humana, cuando todo se revele, podremos ver el juicio perfecto de Dios y todos diremos: «Eso es absolutamente justo». Dios tiene toda la eternidad para enmendar las cosas. Entretanto, nos debatimos con muchas pistas que no podemos resolver. Cada uno de los pasajes de hoy nos dice algo sobre el hecho de que, al final, Dios enmendará las cosas.
Salmos 7:1-9
1. Confía en que habrá un juicio justo
Algunos piensan que creer en un Dios que juzga podría generar aún más violencia en el mundo actual. Pero en realidad ocurre lo opuesto. Cuando dejamos de creer en el juicio justo de Dios, podemos ser tentados a tomar la justicia en nuestras manos y buscar venganza contra nuestros enemigos.
David confió en que habría un juicio, que Dios juzgaría y que él sería juzgado justamente. «Que en torno tuyo se reúnan los pueblos; reina sobre ellos desde lo alto. ¡El Señor juzgará a los pueblos! Júzgame, Señor, conforme a mi justicia; págame conforme a mi inocencia» (vv.7-8). En otras palabras, David confió en que Dios lidiaría con sus enemigos.
Si crees en un Dios que habrá de juzgar con perfecta justicia, entonces puedes dejar el asunto en sus manos y hacer lo que Jesús te pidió que hicieras: amar a tus enemigos (ver Mateo 5:43-48; Lucas 6:27-36).
En efecto, como señaló Miroslav Volf: «La práctica de la no violencia requiere creer en la venganza divina». Muchos problemas del mundo actual se resolverían si la gente creyera que hay un Dios que juzga con justicia y que podemos confiar en que él finalmente enderezará las cosas.
Señor, me refugio en ti (Salmo 7:1). Gracias porque siempre podré confiar en tu juicio perfecto y nunca precisaré tomar venganza, sino amar a mis enemigos y orar por quienes me persiguen (Mateo 5:44).
Mateo 7:24-8:22
2. Confía en Jesús, a quien Dios le ha confiado todo juicio
Jesús sabía todo lo relacionado con la construcción de viviendas. Era artesano de oficio y se había desempeñado laboralmente como carpintero. La ilustración que emplea es terrenal y práctica a la vez: dos hombres deciden construir una casa (7:24-26). No hay dudas de que se proponían vivir en ella y disfrutarla con su familia. Ambos edificaban algo de importancia duradera. Nuestra vida es como una casa, aunque su significancia es para toda la eternidad.
La característica más importante de toda vivienda son sus cimientos. Aquellas casas diferían muy poco en su apariencia. Pero solo una «estaba cimentada sobre la roca» (v.25). De igual modo, dos vidas pueden parecer iguales, pero la diferencia en los cimientos resulta evidente cuando, de forma inevitable, surgen las tormentas de la vida.
En este mundo enfrentarás desafíos, que vendrán de muchas maneras: malentendidos, decepciones, anhelos insatisfechos, dudas, pruebas, tentaciones, contratiempos y ataques satánicos. El éxito, también, puede ser una prueba. Además hay presión, sufrimiento, enfermedad, pérdidas, dolor, trauma, tragedia, persecución y fracaso.
En última instancia, todos enfrentaremos la muerte y el juicio de Dios. La imagen de «lluvia… granizo… viento» se usa en Ezequiel para referirse al juicio de Dios (Ezequiel 13:11), pero el lenguaje del juicio no está confinado solo al Antiguo Testamento. Aquí, y en otros lados, Jesús advierte sobre el juicio venidero, al igual que otros escritos del Nuevo Testamento.
Cuando «cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa» (Mateo 7:25,27), la casa edificada sobre la roca «no se derrumbó» (v.25), pero la que fue construida sobre la arena «se derrumbó y grande fue su ruina» (v.27). Son palabras solemnes de advertencia. La prueba puede ocurrir durante esta vida o en el día del juicio. Lo que es cierto, según Jesús, es que vendrá.
No obstante, no tienes por qué vivir presa del temor. No es sencillo, pero hay una forma de estar seguros de que, cuando los cimientos de tu casa se pongan a prueba, permanezcan firmes. Es posible saber que tu futuro está asegurado.
Jesús dice que la diferencia clave es que el prudente no solo oye sus palabras sino que también «las pone en práctica» (v.24). El insensato, por otro lado, aunque oye las palabras de Jesús «no las pone en práctica» (v.26).
El conocimiento debe llevar a la acción. Nuestra teología debe afectar nuestra vida o de otro modo edificaremos sobre la arena.
Las palabras de Jesús son, ante todo, un llamado a creer en él (Juan 6:28-29). Nuestra salvación es por fe en Jesús, que se vive en obediencia.
Puedes tener absoluta confianza en el juicio de Jesús porque él tiene la autoridad de Dios mismo. Jesús se maravilló ante la fe del centurión. Dijo: «Les aseguro que no he encontrado en Israel a nadie que tenga tanta fe» (Mateo 8:10).
La evidencia de esta fe surgió debido a que el centurión creyó que la palabra de Jesús sería suficiente para sanar a su criado (v.8). Su razonamiento para creer esto fue profundo. El centurión reconoció que, como en el ejército, la autoridad se deriva por estar bajo autoridad, de modo que la autoridad de Jesús viene por estar bajo la autoridad de su Padre. El centurión entendió que cuando Jesús hablaba era Dios quien se expresaba.
Más aun, este Juez perfecto no es ajeno sufrimiento humano. Sabemos que Jesús experimentó injusticia, encarcelamiento, tortura y crucifixión. Pero en este pasaje vemos que también padeció enfermedad (en lugar nuestro, v.17) y aún desamparo (v.20). Hay pocas cosas del sufrimiento humano que Jesús no experimentara.
Padre, gracias porque Jesús no solo es capaz de empatizar con mi debilidad sino que también murió por mis pecados cargando el juicio por mí de modo que yo no tenga que vivir atemorizado.
Génesis 19:1-20:18
3. Confía en que, al final, el Juez de toda la tierra obrará justicia
Ayer vimos cómo Abraham rogó por Sodoma y Gomorra. No sabemos con exactitud cuál fue su pecado, pero el texto dice que «el clamor contra Sodoma y Gomorra resulta ya insoportable, y su pecado es gravísimo» (18:20).
En el pasaje de hoy se destaca que su pecado incluía una horrenda cultura de violación grupal (19:3,5). Leemos en Ezequiel 16 que sus pecados también incluían «soberbia, gula, apatía, e indiferencia hacia el pobre y el indigente» (Ezequiel 16:49). ¡Podría ser una descripción de la sociedad occidental!
Dios dijo que si hallaba diez personas justas en Sodoma y Gomorra los libraría para su bien: «Aun por esos diez no la destruiré» (Génesis 18:32). Ofreció todas las oportunidades para que los únicos «justos» huyeran. Cuando Lot titubeó, los ángeles «lo tomaron de la mano, lo mismo que a su esposa y a sus dos hijas, y los sacaron de la ciudad, porque el Señor les tuvo compasión» (19:16).
El juicio sobre la esposa de Lot parece muy severo (v.26). Sean cuales fuera las razones para ello (y no estoy seguro de conocer la respuesta), ciertamente constituye un ejemplo. Jesús dijo: «¡Acuérdense de la esposa de Lot!» (Lucas 17:32). No hemos de mirar atrás. Si dejamos una vida de pecado, entonces no debemos volver a ella. Las instrucciones fueron: «Huye hacia las montañas, no sea que perezcas» (Génesis 19:17). De igual modo, se nos dice que huyamos de los malos deseos (2 Timoteo 2:22).
Aun Abraham no estaba libre de pecado. En efecto, repitió el mismo pecado: trató de hacer pasar a su esposa Sara como si fuera su hermana y casi la incita a cometer adulterio. El mensaje de la Biblia no es solo que Dios salva pecadores sino que también los utiliza. Bendice a Abraham y responde su oración (Génesis 20:7). Dios nos emplea a pesar de nuestro pecado porque es un Dios misericordioso y él, en Jesús, ha cargado el juicio sobre sí.
Señor, muchas gracias por la diferencia que la cruz de Cristo marcará en el día del juicio. Gracias porque puedo estar confiado en que, al final, el Juez de toda la tierra hará lo que es justo.
Pippa Adds
Mateo 8:6
«Señor, mi siervo está postrado en casa con parálisis, y sufre terriblemente».
El centurión no solo cuidaba a su familia y sus amigos, sino también a alguien que trabajaba para él. Aunque el centurión era una persona extranjera y no formaba parte de la comunidad «religiosa», se acercó a Jesús para obtener ayuda para su criado. La fe puede ser hallada en toda clase de lugares inesperados.
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