La Biblia con Nicky y Pippa Gumbel 2018Sample
Mi naturaleza humana
Aleksander Solzhenitsyn (1918–2008), el artista literario más importante de Rusia de la segunda mitad del siglo XX y ganador del premio Nobel, fue encarcelado durante ocho años por criticar a Stalin. Escribió en cierta ocasión: «La línea que separa el bien del mal no pasa entre Estados, ni entre clases, ni entre partidos políticos sino que atraviesa cada corazón humano».
Todos somos creados a imagen de Dios. Los seres humanos somos capaces de actuar con gran amor, valentía y heroísmo. No obstante, ninguno de nosotros (aparte de Jesús) está libre de pecado. ¿Conoces lo que hay en tu corazón?
Proverbios 6:30-35
1. La naturaleza humana y su debilidad
Todo pecado quebranta la ley de Dios y por lo tanto es grave. Pero existen distintos grados del pecado. Algunos son peores que otros.
El escritor de Proverbios explica eso mediante el uso del ejemplo de una persona que roba porque tiene hambre. Sí, es cierto: se trata de algo erróneo y hay un precio que pagar por el delito (vv.30-31).
Pero el escritor dice que las consecuencias del adulterio son mucho más graves. Conducen al «oprobio» (v.33b), los «celos» (v.34a), la «venganza» (v.34b) y la destrucción de vidas, particularmente la de los adúlteros mismos: «¡Qué imprudente es el que anda con la mujer ajena! ¡El que lo hace se destruye a sí mismo! Tendrá que afrontar golpes y ofensas, y no habrá nada que borre su deshonra» (vv.32-33, DHH).
El escritor dice: «Porque los celos desatan la furia del esposo, y este no perdonará en el día de la venganza» (v.34). La naturaleza humana no ha cambiado luego de miles de años.
No hay nada malo en el sexo ni en el dinero. Pero hay muchas tentaciones que rodean ambas realidades. Varias de las leyes del pasaje de hoy del Antiguo Testamento fueron desarrolladas para poner límites en torno a ellas, salvaguardando su utilización adecuada.
Señor, gracias por los dones que nos das y los límites que has provisto para su uso adecuado. No me dejes caer en tentación, sino líbrame del mal.
Marcos 14:43-72
2. La naturaleza humana y sus resultados
La naturaleza humana pecaminosa llevó a la muerte de Jesús. El desafío es vivir de manera diferente:
- Sé una persona auténtica
Judas traicionó a Jesús con un beso. Dijo: «Al que yo le dé un beso, ese es» (v.44a). Se acercó a Jesús «y lo besó» (v.45).
En griego, la palabra para hipocresía es la misma que se utiliza para la palabra máscara (se usaban máscaras en la antigua Grecia para la actuación teatral). Por fuera Judas llevaba una máscara de amor por Jesús, pero en realidad, lo estaba traicionando para que fuera crucificado. El beso fue el mayor acto de hipocresía.
Joyce Meyer escribe sobre lo que denomina como «La prueba del beso de Judas»: la prueba de ser traicionado por amigos que hemos amado, respetado y confiado. La mayoría de la gente haya estado en una posición de liderazgo durante cierta cantidad de tiempo probablemente haya experimentado dicha situación. Debemos «perdonar a quienes nos ofendieron y no permitir que tales personas lleven a que abandonemos o retrasemos efectuar lo que Dios nos ha llamado a realizar».
- Habla la verdad
En vista de que no había pruebas contra Jesús, tuvieron que confiar en el falso testimonio. Y al parecer varias personas fueron preparadas de antemano para testificar en su contra (v.56). Habiendo trabajando como abogado he observado de primera mano que algunos se preparan para dar «falso testimonio» ante un tribunal judicial.
- Combate la corrupción
Los jueces corruptos aún son una característica del mundo actual. Ellos sabían, o debían saber, que Jesús era totalmente inocente, pero aun así «lo condenaron como digno de muerte» (v.64b). Debe ser terrible vivir en una sociedad sin el gobierno de la ley, donde no se puede confiar en los jueces.
- Identifícate con Jesús
Puedo simpatizar totalmente con la negación de Pedro hacia Jesús. Él estaba decidido a no hacerlo, pero aun así falló. Sé cuán débil es mi propia naturaleza humana.
El relato de la negación de Pedro solo puede haber venido de Pedro mismo, quien con extraordinaria franqueza y apertura reveló su propia debilidad y fracaso.
Cuando Jesús estuvo en problemas graves, «todos lo abandonaron y huyeron» (v.50). Probablemente Marcos, el autor del Evangelio, fue el joven «que se cubría con solo una sábana iba siguiendo a Jesús. Lo detuvieron, pero él soltó la sábana y escapó desnudo» (vv.51-52).
Aunque todos los demás habían huido (v.50), Pedro es lo suficientemente valiente y comprometido como para abrirse paso «hasta dentro del patio del sumo sacerdote» (v.54), aunque siguiéndolo desde cierta distancia, para ver a Jesús y su enjuiciamiento. Sospecho que en este punto yo hubiera estado con el resto de los discípulos, ¡a mitad de camino rumbo a Galilea!
Pero hay palabras inquietantes sobre la autoindulgencia del gran apóstol Pedro. Mientras Jesús, su amigo y líder, era llevado a juicio, Pedro «se sentó con los guardias, y se calentaba junto al fuego» (vv.54,67).
Al ver Pedro lo que ocurría con Jesús y lo que estaba por sufrir, se distanció aún más de Jesús (v.54a). Habiendo comenzado a transitar en aquella dirección, el siguiente paso fue negarlo. Al establecer un rumbo que implicaba mentir, terminó diciendo: «¡No conozco a ese hombre del que hablan!» (v.71b).
Estoy seguro de que Pedro no se propuso llegar tan lejos al mantener cierta distancia de Jesús. En cuanto a nosotros, es probable que un pecado fácilmente conduzca a otro y, antes de darnos cuenta, terminemos haciendo cosas que luego lamentemos profundamente. Cuando Pedro comprendió lo que había hecho, «se echó a llorar» (v.72c).
Señor, gracias por el aliento que da el ver que incluso aunque el gran apóstol Pedro fallara y se equivocara, lo perdonaste, lo restauraste y lo usaste de manera tan poderosa. Gracias por Tu sublime gracia.
Levítico 19:1-20:27
3. La naturaleza humana y la ley de Dios
«Dios quiere que llevemos vidas puras, limpias, que fluyan como agua pura y limpia porque solamente Dios es nuestra fuente», escribe Joyce Meyer. Esta parte de Levítico ha sido llamada «el código de santidad»: «Sean santos, porque yo, el Señor su Dios, soy santo» (19:2).
En vistas de que la naturaleza humana tiene una faceta rebelde, existe la necesidad de tener ley. En toda sociedad hay leyes civiles y penales. Algunas de estas leyes son específicas y dirigidas a los problemas del antiguo Israel. Otras son amplias y generalmente aplicables a la mayoría de las sociedades.
Las leyes ceremoniales ahora están obsoletas. Las leyes sobre los alimentos han sido superadas por Jesús y los sacrificios cumplidos con su muerte. Las leyes civiles no son necesariamente adecuadas para otras naciones. Algunas eran humanitarias y otras severas. Parecen haber sido necesarias en las primeras etapas de la historia de Israel, pero no todas son de validez permanente ni universal.
La ley moral, tal como la amplió y profundizó Jesús y es ilustrada en las cartas apostólicas (en especial en sus paralelismos positivos con las prohibiciones de la ley), sigue aún vigente como una revelación de la voluntad de Dios para su pueblo.
La ley moral se resume por Jesús del siguiente modo: «Ama al Señor tu Dios […] y […] ama a tu prójimo como a ti mismo» (Lucas 10:27). Esto se remite a nuestro pasaje de hoy: «Ama a tu prójimo como a ti mismo» (Levítico 19:18b). La ley moral consistía en que el pueblo de Dios debía ser santo (v.2b). El resto de la ley nos instruye cómo amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos y cómo ser santos.
Las leyes morales aplicables a nosotros incluyen las leyes para proteger a los pobres (v.10), las leyes contra la discriminación racial (por ejemplo, vv.33-34), así como las más obvias sobre el robo (v.11), el fraude y la explotación (v.13a), etc.
Suele haber principios importantes que tienen aplicaciones muy reales hoy. Por ejemplo: «No retengas el salario de tu jornalero hasta el día siguiente» (v.13b) es una exhortación a que paguemos todas nuestras deudas a tiempo. Hay una tendencia creciente a demorar el pago de impuestos y servicios hasta el aviso final. El pueblo de Dios está llamado a ser diferente. Este es un pequeño ejemplo de lo que significa ser un pueblo santo.
Para mantener puro tu corazón debes abandonar las cosas que echan a perder tu vida. Entre los pecados más evidentes enumerados aquí (vv.3-31) está el de «andar con chismes» (v.16, DHH) y ser «rencoroso» (v.18, DHH). Mantén confidencias y trata de no tener rencor hacia nadie. Tener rencor es como permitir que otra persona viva en tu cabeza.
También hay advertencias sobre los peligros de la «brujería» (v.26b). Evita leer horóscopos, consultar psíquicos, quiromancía, adivinos, cartas de tarot y cualquier otra categoría de actividades ocultas (v.31). Si te has enredado en alguna de estas cosas, puedes ser perdonado. Arrepiéntete y deshazte de las cosas asociadas con dichas actividades como libros, encantamientos, amuletos, DVD y revistas (Hechos 19:19).
Otro aspecto de la ley es que trae el pecado a la luz y lleva al arrepentimiento y la confianza en la gracia de Dios. Al leer todas estas leyes puedo ver cuán difícil es vivir según sus parámetros, cuán lejos estoy de los estándares de Dios y cuánto necesito de su perdón y la ayuda del Espíritu Santo.
Señor, gracias por haber muerto para hacernos libres de la ley. Gracias porque ahora no hay condenación para aquellos que estamos en Cristo Jesús. Lléname con tu Espíritu Santo hoy y ayúdame a llevar una vida santa.
Pippa Adds
Levítico 19:10
«No rebusquen hasta el último racimo de sus viñas, ni recojan las uvas que se hayan caído. Déjenlas para los pobres y los extranjeros».
Cuando era joven vivía junto a una extensa plantación de manzanos. Caminábamos por allí de forma habitual. Durante la cosecha se realizaba una gran selección de todas las manzanas. Después de eso, cualquier fruto que hubiera caído o no hubiera madurado a tiempo, se colocaba en grandes pilas que luego se pudrían.
Dejar que el pobre tome el alimento puede no tener sentido económico, pero el principio bíblico es que debería proveerse para el pobre y el alimento no debería desperdiciarse.
References
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