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La Biblia con Nicky y Pippa Gumbel 2018Sample

La Biblia con Nicky y Pippa Gumbel 2018

DAY 22 OF 365

¿Hasta cuándo, Señor?

¿Alguna vez has tenido momentos cuando te preguntaste «Hasta cuándo, Señor»? ¿Hasta cuándo durarán estas luchas y decepciones? ¿Hasta cuándo tendremos estas dificultades financieras? ¿Hasta cuándo persistirán estos problemas de salud? ¿Hasta cuándo seguirán las dificultades en esta relación? ¿Hasta cuándo lucharé con esta adicción? ¿Hasta cuándo durarán estas tentaciones intensas? ¿Hasta cuándo sufriré esta pérdida?

Pippa y yo solemos visitar la iglesia de St. Peter en Brighton, una de nuestras plantaciones de iglesias. En una ocasión, al finalizar un servicio, se acercó una mujer y me dijo que durante treinta y siete años había orado para que su esposo hallara la fe en Cristo. Durante esos treinta y siete largos años había clamado: «¿Hasta cuándo, oh Señor, hasta cuándo?».

Cuando la iglesia de St. Peter se reabrió en 2009, su esposo pensó que le gustaría comenzar a asistir con ella. El momento en que este hombre ingresó al templo sintió que había llegado al hogar y que había «renacido». Ahora ama la iglesia y asiste cada semana. ¡Dios había escuchado el clamor de su esposa! A lo largo de nuestra conversación repetía, con una enorme expresión de gozo en su rostro: «¿Hasta cuándo, oh Señor, hasta cuándo?». Al final, sus oraciones fueron contestadas. 

«¿Hasta cuándo, Señor?», son las palabras iniciales de nuestro salmo de hoy. Cuatro veces, en rápida sucesión, David clama: «¿Hasta cuándo…?» (Salmo 13:1-2). 

Hay períodos cuando pareciera que Dios nos ha olvidado (v.1a). Pareciera que él ha ocultado su rostro (v.1b). Por alguna razón inexplicable no sentimos su presencia con nosotros. Cada día pareciera ser una lucha, con nuestra alma acongojada (v.2a). Cada día pareciera traer pesar (v.2b). Pareciera que perdemos la batalla y el enemigo estuviera prevaleciendo sobre nosotros (v.2c, ELPD). 

¿Cómo reaccionas en momentos como estos?

Salmos 13:1-6

1. Sigue hacia adelante

En el salmo de hoy vemos cuatro cosas que debemos continuar haciendo durante las dificultades: 

  • Sigue orando

David prosiguió con su clamor a Dios: «Señor y Dios mío, mírame y respóndeme; ilumina mis ojos» (v.3). Derramaba su corazón ante Dios. No dejes de orar, incluso cuando pareciera como si Dios estuviera lejos. 

«Pero yo confío en tu gran amor» (v.5a). «Yo confío en tu amor» (v.5a, DHH). Es relativamente fácil tener fe cuando las cosas marchan bien, pero la verdadera prueba de fe es cuando las cosas no parecieran andar bien. 

  • Sigue regocijándote

Las pruebas no eran su fuente de gozo sino la salvación de Dios. Dice: «… mi corazón se alegra en tu salvación» (v.5b). «… mi corazón se alegra porque tú me salvas» (v.5b, DHH). 

  • Sigue alabando

Pese a todo lo que había experimentado, David era capaz de ver la bondad de Dios: «Canto salmos al Señor. ¡El Señor ha sido bueno conmigo!» (v.6). Traía a la memoria todo lo que Dios había hecho por él. 

Cuando empiezas a alabar y adorar a Dios, tus problemas se ponen en perspectiva. En ocasiones me resulta útil mirar hacia atrás y agradecerle al Señor por haberme ayudado a transitar por tantas luchas, decepciones y pérdidas personales, y simultáneamente recordar cómo «ha sido bueno conmigo» en todo momento. 

Señor, hoy te alabo. Gracias por tu bondad conmigo. En todas las batallas que tengo por delante, confiaré en tu amor que nunca falla.

Mateo 15:10-39

2. Continúa siguiendo a Jesús

La demora no invalida las promesas de Dios. Él no siempre cambia nuestras situaciones de inmediato. La enfermedad y el sufrimiento no serán erradicados definitivamente hasta que Jesús regrese. Estas historias, y nuestras experiencias de milagros y sanidades, son un anticipo de lo que entonces ocurrirá. 

La bondad de Dios se revela supremamente en Jesús. De nuevo, en este pasaje vemos la maravillosa bondad de Jesús y cómo lidiaba con el pecado, la enfermedad y el sufrimiento. 

  • Sigue renovando tu mente

Jesús dice que nuestro problema no se trata de las cosas superficiales, tales como lo que comemos (v.11). La comida entra y sale de nuestro cuerpo (v.17). Las cosas que te dañan vienen de tu interior («¿No entienden que todo lo que entra por la boca va al vientre, para después salir del cuerpo?», v.17, DHH). El problema verdadero es el pecado en el corazón: «Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, la inmoralidad sexual, los robos, los falsos testimonios y las calumnias. Éstas son las cosas que contaminan a la persona» (vv.19-20a). 

El reto de las palabras de Jesús es que, aunque tal vez no hayamos cometido homicidio ni adulterio, todos tropezamos con el primer obstáculo. El primerísimo asunto que Jesús menciona es tener «malos pensamientos». La solución para nuestro pecado no consiste en rituales externos, como sugerían los fariseos. Solo Dios puede cambiar mi corazón. Necesito la ayuda de su Espíritu Santo para transformarme y purificarme.  

  • Sigue orando por sanidad

Hay pocas cosas más duras que ver sufrir a tus propios hijos. La hija de la mujer cananea padecía «terriblemente» (v.22). Su madre debe haber clamado desde su corazón: «¿Hasta cuándo, Señor?». Pero siguió pidiendo por sanidad y rehusaba desalentarse ante el hecho de que Jesús pareciera no responder a su petición. «La mujer se acercó y, arrodillándose delante de él, le suplicó: “¡Señor, ayúdame!”» (v.25). 

Jesús vio que tenía una gran fe y sanó a su hija (v.28). Entonces salió y sanó a «cojos, ciegos, lisiados, mudos y muchos enfermos más» (v.30). 

  • Sigue obrando en nombre del hambriento

Jesús no solo aborda el problema de la enfermedad (v.22 en adelante), sino que también se ocupa profundamente del sufrimiento causado por el hambre. Dice: «Siento compasión de esta gente porque ya llevan tres días conmigo y no tienen nada que comer. No quiero despedirlos sin comer» (v.32). 

Jesús es capaz de hacer mucho con muy poco. Alimentó a las multitudes con la pequeña cantidad de alimento recibida. Si le das la pequeña cantidad de lo que tienes (tu vida y tus recursos), es capaz de multiplicarlos y usarlos en gran manera. 

Si Jesús se preocupaba tanto por el hambre temporal, ¿cuánto más se preocupará por los cientos de millones de personas en el mundo actual que sufren hambre y desnutrición? Como seguidores de Jesús debemos actuar en nombre de quienes padecen hambre. 

A buen seguro que todo el mundo vería bien a Jesús. Pero no. Los fariseos se ofendieron (v.12) cuando lo oyeron. Si incluso Jesús ofendía a la gente por lo que decía, no es de sorprenderse que muchos se ofendan por lo que los cristianos y la iglesia digamos hoy. 

Señor, dame tu compasión por las personas que sufren, sea por su enfermedad, hambre o cualquier otro motivo. Ven, Espíritu Santo. 

Génesis 43:1-44:34

3. Mantén la esperanza

Jacob tal vez clamó, como David: «¿Hasta cuándo, Señor?» (Salmo 13:1a). Sus padecimientos iban en aumento. Había experimentado el duelo por su hijo extraviado durante veinte años. Ahora sufría una grave hambruna (Génesis 43.1) y enfrentaba la posibilidad de perder a su amado Benjamín. Preguntó: «¿Por qué me han causado este mal?» (v.6). Dijo, casi con resignación: «En cuanto a mí, si he de perder a mis hijos, ¡qué le voy a hacer! ¡Los perderé!» (v.14). 

Oportunamente Jacob tuvo que confiar en Dios y dejar ir a su hijo Benjamín. Cuando lo hizo, las cosas funcionaron. Muy a menudo no es sino hasta que abandonamos y consagramos una situación en las manos del Señor (quizás temiendo lo peor) que Dios hace que todo funcione. 

El escritor de esta sección de Génesis es un narrador brillante. Hace una presentación detallada de la agonía. Judá sabía que si su padre perdía a Benjamín (así como a José), probablemente lo mataría. Hablaba de «la desgracia que le sobrevendrá a mi padre» (44:34). Entretanto, nosotros (los lectores) sabemos que José aún seguía con vida y que en medio de todo esto sus sueños se cumplían (43:26-28). José se conmovió profundamente y tuvo que buscar un lugar donde llorar (v.30). 

Entonces, José puso a prueba a sus hermanos. Judá era un hombre cambiado. Antes había dado insensiblemente a su hermano en esclavitud (37:26-27). Ahora estaba dispuesto a dar su vida para salvar a su hermano: «… permita usted que yo me quede como esclavo suyo en lugar de mi hermano menor» (44:33).

A través de todos los giros y las vueltas de esta historia, Dios estaba actuando, llevando a cabo su propósito. Él siempre obra en tu carácter y te capacita para que un día mires atrás y digas: «¡El Señor ha sido bueno conmigo!» (Salmo 13:6). 

Al leer esto con los ojos del Nuevo Testamento, se nos recuerda que Dios envió a su único Hijo Jesús a salvarnos. Jacob tuvo que enviar a su «único» («solo él me queda», Génesis 42:38) hijo Benjamín para salvar a toda la familia. 

Señor, gracias por la maravillosa manera en la que llevas adelante tus propósitos en las vidas y en la historia. En los tiempos difíciles, cuando clamo «¿Hasta cuándo, Señor?», ayúdame a avanzar siguiendo a Jesús, orando, confiando, regocijándome, adorando y poniendo mi esperanza en ti. 

Pippa Adds

Génesis 43:1–44:34

Este pasaje conmovedor nos deja intrigados. José los puso a prueba para ver lo que había en su corazón: ¿Habían cambiado realmente? ¿Se arrepentían de sus acciones? Cuando José vio a sus hermanos inclinarse tuvo que ser tentador decir: «¿Recuerdan esos sueños…? ¿Acaso no se los dije?». Algunas cosas nos son reveladas para nuestro propio aliento, pero es mejor no compartirlas con los demás. 

References

Nueva Versión Inernacional (NVI)

Copyright © 1999 by Biblica, Inc

About this Plan

La Biblia con Nicky y Pippa Gumbel 2018

Con un estimado de más de 2 millones de usuarios en todo el mundo desde 2009, la Biblia en un año es un excelente plan diario de lectura de la Biblia. Cada día, recibirá una lectura de un Salmo o un Proverbio, una lectura del Nuevo Testamento y una lectura del Antiguo Testamento. Nicky y Pippa Gumbel luego brindan comentarios profundos, destinados a ser leídos junto con la Biblia para proporcionar una nueva comprensión de los textos. Nicky es el vicario de la iglesia HTB en Londres y pionero de Alpha.

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