Confiar y Creer: Devociones de Tiempo de GraciaMuestra

¿Por qué es tan difícil confiar en Dios?: La culpa En realidad es muy difícil confiar en Dios cuando uno se siente culpable en su presencia. La culpa se presenta en dos niveles: existe una culpa en la cabeza y una culpa en el corazón. En la cabeza sabemos que hemos quebrantado las normas de Dios para el comportamiento; y la culpa es también el horrible sentimiento de vergüenza y fracaso que se anida en el corazón. A veces dejamos que la Palabra de Dios nos lleve a la mitad del camino: escuchamos el mensaje del evangelio y sabemos que hemos sido perdonados, pero no nos sentimos perdonados, nos seguimos sintiendo sucios; seguimos sintiendo la intensa decepción que le hemos causado a Dios. Uno podría pensar: "Bueno, sé que Jesús murió por mí, pero todavía me siento como un tonto. No me siento digno de su amor, y no puedo afirmar con toda seriedad que sea santo y sin mancha”. La Biblia nos dice que la confesión personal es una parte necesaria para la curación de la carga emocional de la culpa: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9). La confesión es la manera que usa Dios para extraer el veneno, es como el drenaje de una herida; atraviesa toda pretensión, negación y defensa. Para librarnos de la culpa, primero escuchamos objetivamente lo que Cristo ha hecho por nosotros; y luego, subjetivamente, confesamos nuestros pecados, mencionándolos realmente, declarándolos de viva voz delante de nuestro Señor sin culpar a otros y sin fingimiento, sin acudir a la negación; así estaremos también en la senda de la curación emocional. La mente conocerá el perdón; el corazón se sentirá perdonado.