Soportar y perdonar

¿Cómo tratamos a nuestra pareja mejor de lo que merece? El matrimonio nos presenta con muchas oportunidades para tratar a nuestra pareja mejor de lo que merece. A continuación, veremos dos de las maneras en que, en el matrimonio, nosotros podemos tratar bien a nuestra pareja: soportar sus imperfecciones y perdonar sus ofensas.

Soportar sus imperfecciones

Tratamos a nuestra pareja mejor de lo que merece al aguantar sus debilidades y fallas. Entre cada pareja hay cosas que fastidian y molestan a uno o al otro. A veces son fallas de carácter, pecados o debilidades; y otras veces son hábitos, manerismos o partes de su personalidad que nos molestan. 

Soportar las debilidades de nuestra pareja no es una excusa para tolerar su pecado. Más bien nuestra meta debe ser ayudar a nuestra pareja en su proceso de santificación, o sea, ayudarle a dejar sus pecados. 

No importa su raíz, y por mientras que Dios santifica más y más a los dos, cada molestia que nos hace sentir nuestra pareja es una oportunidad de ser con ella como Dios es con nosotros, y soportar su debilidad. Lo hacemos porque Dios tiene paciencia con las debilidades de sus hijos. En el Evangelio, observamos a Dios soportando las debilidades de sus hijos, por cubrir todas sus imperfecciones con la vida perfecta de Jesús. Cuando soportamos las molestias que nos causa nuestra pareja, reflejamos como Dios soporta a sus hijos. Recordar este ejemplo es la mejor forma de tratar con amor a nuestro compañero cuando esté insoportable.

Perdonar sus ofensas

También, tratamos a nuestra pareja mejor de lo que merece por perdonar sus errores. Todos somos muy imperfectos, y pecamos el uno contra el otro. Cada vez que nuestra pareja nos ofenda, insulte o haga algo en nuestra contra, es una gran oportunidad de perdonarle y así tratarle mejor de lo que merece.

Cuando alguien (nuestra pareja) peca contra nosotros, tiene una deuda con nosotros por lo que su pecado nos quitó o por el daño que nos hizo. Nos debe algo. Y nunca podrá pagarnos — es imposible hacer regresar el tiempo y deshacer lo que ya está hecho o dicho, o hacer lo que hubiera hecho —. Perdonar es cancelar esta deuda; es decir — y creer de corazón —: "no me debes nada".

Dios llama a sus hijos a perdonar a los que pecan contra nosotros porque hemos sido perdonados por Él. Dios nos perdonó cuando no lo merecíamos, nos quitó nuestro pecado totalmente, borró hasta su memoria de nuestras ofensas y puso nuestra culpa y castigo sobre Jesús. En nuestro matrimonio, demostramos la relación entre Dios y sus hijos cuando perdonamos sin reservas a nuestra pareja; cuando no le hacemos pagar de ninguna forma; cuando no buscamos nuestra venganza; cuando no seguimos mencionando su ofensa; cuando corregimos, pero no reclamamos; cuando cancelamos la deuda que creó con su pecado.