Felices Por SiempreMuestra

Cuando esté comprometido: Los matrimonios le pertenecen a Dios No hay nada particularmente sagrado o santo en los contratos comerciales; cuando dejan de ser de beneficio para uno de los contratantes, los puede dar por terminados en el momento que le parezca. ¿No le gusta ese contrato? No lo renueve. Las personas que ven el matrimonio como si fuera un contrato de arrendamiento es posible que no logren pactar uno que perdure. Si una persona procura siempre dejar una puerta abierta para escabullirse, le falta motivación para enfrentar y vencer los desafíos que se les presentan a los pecadores en un mundo pecador, y está destinada a perder la satisfacción y el sentido de unión que provienen de las dificultades que han sido resueltas en compañía. Los que miran el matrimonio de la misma manera que miran los contratos de negocios se imaginan que son los dueños de ese estado. Dios lo ve de otro modo: como inventor del matrimonio y como el inventor de la humanidad misma, se atreve a reclamar nuestro matrimonio como su propiedad. ¡En serio! Jesús dijo: "lo que Dios juntó no lo separe el hombre" (Mateo 19:6). A Dios le gustaría que usted viera su matrimonio como una bella y preciosa posesión que le pertenece a él, como un jarrón de porcelana de incalculable valor, y que está dispuesto a permitir que usted lo tenga y lo disfrute. Si se le cae, no solo sale perdiendo, sino que hace pedazos algo que Dios piensa que le pertenece.