Sencillez

La sencillez debe ser parte del carácter de un líder, porque debe ser lo suficientemente humilde como para reconocer sus errores y no culpar a otros por sus propias faltas.

Podemos creer que ser un líder es un rol aparte de la vida del cristiano; pero en realidad, tenemos que aprender a ser buenos cristianos antes de ser líderes.

«Hay demasiados hombres que son ministros antes de saber cómo ser cristianos» (Richard Baxter).

Ser líderes no nos pone en una posición sobre los demás creyentes; la responsabilidad que viene con el cargo implica mayor humildad y un trabajo extra para estar preparados para el rol.

Por ejemplo, un líder que no ha sanado sus propias heridas puede correr el riesgo de causar dolor en otros, ya que no sabe cómo lidiar con sus traumas. Por lo tanto, tenemos que ser maduros y sanos para liderar.

Un líder sabe si tiene heridas y problemas y trabaja en ellas. Un líder sano hace una iglesia sana.

¿Qué te califica como un buen líder?

En 1 Timoteo 3:1-7 hay una lista de requisitos para los líderes; y todas ellas son actos de servicio a excepción de una: apto para enseñar, la cual es una habilidad.

Una persona que sabe comunicar y enseñar con eficacia no puede ser un líder, si es que no practica los demás actos de servicio. Entonces, ¿qué nos califica como líderes?

Según el pastor Samuel Gonzáles, hay tres factores que nos validan:

1. La iglesia o el cuerpo eclesial.
2. Dios.
3. Tu consciencia.

El cuerpo eclesial, porque ellos pueden evaluar la madurez y compromiso que demuestras. Dios, porque nadie conoce mejor las verdaderas intenciones de tu corazón y solo Él puede darte ese llamado. Y tu consciencia, porque solo tú puedes estar en paz con el llamado.