Felices Para SiempreEjemplo

En nuestra vida cotidiana, es fácil dejarnos llevar por nuestras preocupaciones, deseos y sentimientos. Por eso, a menudo nos ponemos a nosotros mismos en primer lugar, sin siquiera considerar cómo eso puede impactar a los demás. Sin embargo, como Pablo les escribió a los filipenses, estamos llamados a practicar la humildad: a ver más allá de nosotros mismos y reconocer el valor, las necesidades y los sentimientos de las personas que nos rodean. Cuando elegimos valorar a los demás como igualmente importantes que nosotros, creamos un ambiente en el que todos se sienten apreciados y respetados. Creamos un espacio en el que todos son libres de ser honestos sobre su identidad, lo que están pasando y sintiendo.

¿Hay alguien en tu vida que necesite que lo coloques en primer lugar? ¿Hay alguien que necesite de tu apoyo, ánimo y amistad? Quienquiera que sea, haz un esfuerzo por acercarte, pasar tiempo con esa persona y animarla. Es un pequeño gesto que muestra a los demás que se sienten apreciados y cuidados en su vida cotidiana, así como nosotros también queremos sentirnos.