Buscar a Jesús de forma diferente

Lucas 8:43 (TCB)

Había entre la gente una mujer que hacía doce años que padecía de hemorragias, había gastado todos sus recursos para ser curada, pero ningún médico había sido capaz de sanarla.

Recuerdo mis primeros años como cristiano, caminando en la fe, aprendiendo cómo conocer a Jesús y cómo acercarme a Él. Recuerdo también que en muchas ocasiones se me indicaba cómo debía orar, cómo debía leer la Biblia, incluso algunas veces nos enseñaban la altura correcta para levantar las manos durante la adoración y en qué momento debíamos orar arrodillados, postrados o de pie. Entonces, me enseñaron cuales eran las metodologías litúrgicas correctas para acercarme a Jesús, pero Él pocas veces estuvo en ellas.

En el texto de Lucas 8:43-48 se nos presenta el panorama de la siguiente manera: Jesús estaba caminando junto a muchísima gente. Lo agolpaban las multitudes que le seguían. De repente aparece la figura de una mujer, pero no de una simple mujer, sino de una enferma con lo que el texto llama flujo de sangre. Esta mujer de alguna manera consigue meterse entre la multitud y logra tocar el borde del manto del Maestro. Lo que siempre llama la atención de los exégetas en este momento, es que la mujer de nuestra historia, enferma con flujo de sangre, no podía lícitamente tocar a ningún hombre, porque se pensaba que este quedaría impuro y debería pasar por un proceso de purificación. En el momento en que ella lo toca, Jesús detiene todo y dice “¿quién me ha tocado?”, con esta pregunta, la mujer se dio cuenta que su acción había quedado en evidencia. El texto nos dice que ella “temblando, y postrándose a sus pies” le confesó que ella misma lo había tocado. Este “temor y temblor” que la mujer sintió nos transmite un mensaje muy importante.

Es curioso, porque la mujer que se nos presenta en esta historia parece transgredir la tradición y romper las reglas con tal de llegar al Maestro, aunque esto pudiera significar “dejar impuro a Jesús”. Esta mujer no parece ser una heroína para los defensores de la ley, ni para los cristianos rígidos que piensan que la Biblia es únicamente un manual de reglas para subyugar nuestro comportamiento o para los amantes de la tradición, que piensan que todos debemos conocer a Jesús de la misma forma que ellos. Esta mujer más bien es una heroína para las personas que quieren acercarse a Jesús y recibir su bendición, aunque sea de forma diferente, poco convencional o incluso rompiendo con la tradición. Esta mujer es una heroína para los que han entendido que buscar a Jesús va más allá de la norma y de lo establecido.

Mi historia sobre cómo empecé a conocer a Jesús está incompleta y ahora quiero agregar el final: luego de pasar mucho tiempo intentando buscar a Jesús mediante todas las normas y reglas, que mencioné al inicio, intenté conocerlo a través de los medios con los que él me llamaba, aunque no eran los más convencionales dentro de mi entorno. Yo encontré a Jesús, con un poco de temor, en la reflexión de su Palabra, en el estudio riguroso de la Biblia, abriendo mi mente y corazón para escuchar su voz, no solo en las prácticas litúrgicas, sino también en el conocimiento que Él nos permite encontrar en libros, comentarios exegéticos y textos científicos que nos ayudan a buscarlo; todo esto, en un lugar donde siempre se me decía “la mucha letra mata”. Pero por su multiforme gracia, en esa multiplicidad de teorías encontré al maestro, me acerqué a Él y Él me aceptó, me dijo que mi fe me ha salvado y que puedo irme en paz.

Y Jesús le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz.

Pablo Velásquez Cantoral, Guatemala