MV365: Mateo a JuanMuestra
Juan 20 - 21
Hoy leemos sobre el acontecimiento histórico más asombroso: la resurrección de Cristo, tal y como Él había anunciado a sus discípulos (Mat. 16:21, Mar. 8:31-32). El relato de la resurrección en este evangelio es el más largo de todos los evangelios.
La escena abre cuando María Magdalena llega al sepulcro el domingo en la mañana. Ella fue la primera en ver al Señor (los otros evangelios mencionan a otras mujeres además de María) y fue la primera mensajera dispuesta a llevar la noticia de que Cristo había resucitado. Que gran privilegio y misericordia de Dios que luego de haber sido ella una mujer poseída por demonios, ahora por la asombrosa gracia de Dios en su vida, era una seguidora amante y devota de Jesús.
¡Qué gran esperanza para nosotras!
Cuando Pedro y Juan llegan encuentran las envolturas y el sudario donde acostumbraban a envolver los cuerpos. Estas estaban perfectamente colocadas y dobladas, lo que implica que no hubo forcejeo ninguno para quitarse estos.
La resurrección de Cristo tiene implicaciones grandiosas para nosotros como creyentes, pues asegura nuestra vida eterna a Su lado, y nos da el poder que necesitamos para vivir una vida que agrade a Dios en estos cuerpos de muerte.
«Pero ahora Cristo ha resucitado de entre los muertos, primicias de los que durmieron. Porque ya que la muerte entró por un hombre, también por un hombre vino la resurrección de los muertos. Porque, así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados». –1 Corintios 15:20-22
«Pero si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en ustedes, el mismo que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos, también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de Su Espíritu que habita en ustedes». –Romanos 8:11
Cristo se aparece a los discípulos, les da su paz y les «sopla» el Espíritu Santo
Tal y como les había prometido, Él envió al consolador. Jesús se aparece a ellos en varias ocasiones y en una de ellas les imparte vida espiritual «soplando» el Espíritu Santo en ellos, de manera parecida a como Dios imparte vida física a Adán (Gen 2:7). Esto fue una especie de adelanto de lo que sucedió en Pentecostés y que veremos más adelante en el libro de Hechos. Con este Espíritu les enviaba al mundo como Él mismo había sido enviado por el Padre. Les dio su paz y su Espíritu para llevar la misión a cabo.
Jesús hizo una aseveración increíble en el momento en que les dio el Espíritu:
«A quienes perdonen los pecados, éstos les son perdonados; a quienes retengan los pecados, éstos les son retenidos». –20:23. En otras palabras: «Aquellos a quienes les perdonen sus pecados, ya han sido perdonados; aquellos a quienes no les perdonen sus pecados, no han sido perdonados», implicando que el perdón o condenación ya había sido decidida de antemano en el cielo.
Nosotros no tenemos capacidad de perdonar o no pecados, o de hacer que las personas acepten o rechacen a Cristo. Solo podemos ser testigos. La salvación o condenación de las personas está decidida de antemano.
La incredulidad de Tomás y la nuestra
Tomás necesitaba ver para creer. ¿No nos pasa igual a nosotras? Sin embargo, el Señor nos trata con paciencia y ternura. Dios fue paciente con Tomás y le concedió «ver» para creer. Inmediatamente Tomás pasó de la duda a la adoración.
La Escritura nos enseña que la fe es andar sin ver, pero en nuestra incredulidad continuamente queremos ver señales antes de «andar». Jesús nos recuerda hoy que somos bienaventuradas cuando «no habiendo visto» hemos creído, como nos dice el verso 20:31: «pero éstas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que al creer, tengan vida en Su nombre».
- ¿Creemos en la Palabra de Dios? ¿Creemos que Jesucristo murió por nuestros pecados y nos ha dado vida eterna junto a Él para siempre?
¡Bienaventuradas somos si hemos creído por fe!
Restauración de Pedro
Luego de la resurrección parece que los discípulos continuaron con su vida como si nada. Fueron de vuelta a la pesca. Hoy vemos que su labor era en vano porque no lograron pescar nada, hasta que tienen un encuentro con el Señor resucitado y Él llena la barca de peces ¡y hasta les prepara un almuerzo!
«... el que no recoge a Mi lado, desparrama». –Mateo 12:30
¿Recuerdas como Pedro había negado a Jesús y se sentía tan triste por haber defraudado a Su Señor? Observa la gran misericordia de Dios al restaurarlo. En Marcos 16 vemos como Jesús manda a dar las buenas nuevas de su resurrección a «Sus discípulos y a Pedro». Que maravillosa la misericordia de Dios que conoce nuestras debilidades antes que nosotros mismos las reconozcamos, y está listo para restaurarnos. Así como Pedro lo negó tres veces, tres veces le preguntó a Pedro, «¿me amas?», dándole tres oportunidades de reafirmar su amor por Jesús. Algo interesante es que Jesús parece asociar el amor que Pedro sentía hacia Él con su servicio a otros, asignándole el cuidado de las ovejas.
Todo ministerio efectivo hacia otros fluye de nuestro amor a Dios.
La historia registra que Pedro vivió una vida de entrega a Su Señor y que murió crucificado. Incluso se dice que pidió que lo crucificaran boca abajo porque no era digno de morir como Su Señor y Salvador.
- ¿Crees que le has fallado a Dios? Ven a Él en arrepentimiento. Él te ama y está listo para perdonarte y restaurarte en Su servicio.
«Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad». –1 Juan 1:9
Jesús tiene una obra y una misión particular para cada uno de Sus hijos
Al final del libro vemos a Pedro siguiendo al Señor y preguntando acerca de lo que le acontecería a Juan (el discípulo amado). Ya Cristo le había dado una idea de lo que le sucedería a él, y ahora Pedro preguntaba «¿y qué de este?». Me encanta la respuesta de Jesús: «¿A ti qué? Sígueme tú».
Muchas veces estamos comparándonos con los demás y queremos tener el ministerio que otros tienen, o los dones, o las oportunidades, o las vidas de otros. Esto no debe ser así. Jesús nos invita a seguirlo y a poner los ojos en Él. Cualquier cosa que Él determine para nuestra vida está bien porque Sus planes siempre son buenos.
¿Dónde están tus ojos? ¡Asegúrate de ponerlos en Cristo solamente!
Pongamos nuestra mirada en nuestro Salvador, hermanas. Que Él sea nuestra Luz, nuestro Pan, la Vid a la que permanecemos aferradas, la Puerta por la cual entramos a tener comunión con el Padre, el Camino por el cual andamos, nuestra vida, nuestro Buen Pastor, el Tesoro de nuestro corazón, y que siempre reconozcamos que separadas de Él, nada podemos hacer.
Escrituras
Acerca de este Plan
¡Qué emoción iniciar este recorrido por la Biblia! Este plan es el nueve de los once planes para leer la Biblia junto con un devocional de Mujer Verdadera 365. Puedes leer o escuchar cada devocional.
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Nos gustaría agradecer a Aviva Nuestros Corazones por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/mujer-verdadera-365/temporada/mateo-a-juan/