Esperanza en Medio De Un Embarazo InesperadoMuestra

La puerta de la acogida

Ayer leímos cómo Dios creó una puerta de la desesperación a la esperanza para Agar, cuando se enfrentó a un embarazo inesperado. Del mismo modo, aprendimos que Dios quiere invitarnos a cada uno de nosotros a acudir a Él en el desierto de nuestros problemas, a derramar nuestras emociones ante Él, a confesar nuestros pecados y a recibir de Él el perdón, el amor y un futuro mejor a través de la relación con Él.

Pero a veces, puede ser difícil confesar nuestros pecados o recibir el amor de Dios cuando nos sentimos abrumados por sentimientos de vergüenza. Es como si nuestras decisiones pasadas estuvieran siempre con nosotros, recordándonos cómo fallamos, tal vez incluso convenciéndonos de que ya no tenemos valor o valía. En ese lugar puede ser difícil confesar y recibir.

En Génesis 3, Eva se encontró exactamente en ese lugar. Había olvidado las instrucciones de Dios, fue tentada y engañada, desobedeció a Dios y de repente se sintió abrumada por su propio pecado y quebrantamiento. Avergonzados, ella y Adán se escondieron de Dios y trataron de cubrirse con frágiles hojas hechas por el hombre, para no quedar expuestos ante sus propios ojos ni ante los ojos de Dios. Pero sus intentos de cubrir su vergüenza fracasaron.

Y, sin embargo, al igual que Dios haría con Agar, el Señor fue en busca de Eva y Adán. Los llamó, invitándolos a hablar con Él y a dejar de esconderse. Después de explicarles cuáles serían las consecuencias naturales de su pecado -consecuencias que no podrían evitar-, Dios hizo una promesa especial a Eva. Dios prometió que de Eva nacería un descendiente que un día vencería al pecado, a Satanás, a la muerte y al infierno... Uno que liberaría a la humanidad de las consecuencias de su pecado y la restauraría a una relación correcta con Dios. (Más tarde, la Biblia nos dice que el descendiente prometido es Jesús el Mesías, el Hijo de Dios, que aseguraría la victoria viviendo una vida perfecta, muriendo una muerte sacrificial, resucitando de entre los muertos y ocupando su legítimo lugar a la diestra de Dios Padre en el cielo).

Después de hacer esta promesa a Eva sobre una esperanza futura, Dios hace otro acto sorprendente. Viste a Adán y Eva, dándoles piel de animal para cubrir su vergüenza y desnudez. A través de la muerte de un animal - prefigurando la futura muerte de Jesús - Dios vistió a Eva y le quitó su vergüenza, para que pudiera reconocer que era plenamente aceptada por Dios, a pesar de su pasada desobediencia. Tal vez no pudiera evitar las consecuencias de su pecado, pero podía pasar de la vergüenza a la aceptación.

Vemos este mismo cuadro en Apocalipsis 3. Aquí Jesús nos ofrece a cada uno de nosotros que sentimos vergüenza por nuestro pecado - que nos sentimos desnudos ante Dios, ante nosotros mismos y ante los demás - Su ropa. Jesús nos cubre con Su perfección y nos da Su posición correcta ante Dios. Jesús nos lava con Su sangre; nos viste con Su muerte sacrificial en nuestro favor; y nos proporciona la plena aceptación a los ojos de Dios.

Apocalipsis 3 concluye con la invitación a abrir una nueva puerta: una puerta al amor y la aceptación que nos ofrece Jesús. A pesar de nuestros pecados pasados y de la vergüenza que sentimos por nuestras acciones, Jesús está esperando para aceptarnos. Todo lo que tenemos que hacer es invitarle a entrar.

Al leer los relatos de Génesis y de Apocalipsis, ¿cómo te relacionas con Eva y su sentimiento de vergüenza y su acto de esconderse?

¿Cómo has intentado cubrir tu vergüenza?

¿Cómo sería invitar a Jesús a entrar en los lugares de vergüenza y quebrantamiento de tu vida?

Al terminar tu tiempo, ¿qué escuchas a Jesús decir de ti? ¿Cómo te está invitando a salir de la vergüenza y a aceptarla?