Lectura Con El Pueblo De DiosMuestra

Reto de memorización del mes:

Creo en Dios, Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra.

Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por el Espíritu Santo y nació de la virgen María. Padeció bajo Poncio Pilato, fue crucificado, murió y fue sepultado; Descendió a los infiernos. Al tercer día resucitó de entre los muertos. Ascendió al cielo y está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso. Desde allí vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos.

Creo en el Espíritu Santo, en la santa iglesia cristiana, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de la carne y en la vida eterna. Amén.

Lectura con el Pueblo de Dios:

La lectura de hoy comienza en los Salmos con una maravillosa oración al Todopoderoso en gratitud y alabanza, hablando de nuestra relación con la Palabra de Dios. El escritor del Salmo 119 está dirigiendo su adoración a Dios al detallar las formas en que Sus estatutos y mandamientos lo han salvado de los burladores arrogantes que encuentra, la esperanza que la Palabra de verdad trae a su alma, y el deleite que viene de la obediencia a la ley de Dios, la cual ha encontrado su cumplimiento en Jesucristo nuestro Señor. El evangelio de Juan nos dice en el versículo 14:

"El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros".

Los santos del Antiguo Testamento tenían el Pentateuco y la ley mosaica para guiarlos a la fe en Dios, y aun así, por la gracia de Dios, encontraron paz, libertad, esperanza, consuelo y sabiduría en la Palabra. Estas cosas y nuestra misma salvación nos esperan mientras nos mantenemos cerca de la Palabra de Dios.

En Deuteronomio de hoy, encontramos las instrucciones de Dios directamente a Moisés con respecto a los planes de viaje a la tierra prometida. Dios tenía sabias instrucciones para los israelitas errantes en el desierto: "No molestes a los lugareños"... Dejad en paz a los hijos de Esaú, a los moabitas, a los amonitas y a los demás al pasar. Buen consejo para todos nosotros.

Finalmente, en nuestra lectura del Nuevo Testamento, hay dos parábolas dadas por el Verbo mismo cuando sus discípulos le preguntaron acerca de la Segunda Venida y el "fin del mundo". La parábola de las diez vírgenes es una historia sencilla impregnada de las ceremonias matrimoniales de los judíos. Es un cuento con moraleja sobre la preparación para un gran evento: la venida del novio, Jesús. La espera del novio fue larga, y la mitad de las vírgenes eran insensatas y no estaban listas para celebrar el momento de la llegada del novio. Las vírgenes prudentes estaban listas porque llevaban aceite (la Palabra de Dios) con ellas mientras esperaban. Cuando llegó el momento, las vírgenes insensatas no estaban listas y no tenían aceite para sus lámparas, así que fueron a comprarlo. Pero cuando regresaron, el banquete ya había comenzado, y el novio las rechazó, diciendo: "En verdad os digo que no os conozco". ¡Qué triste!

La siguiente parábola es la de las bolsas de oro, nos muestra la sabiduría y las bendiciones que provienen de invertir los dones que Dios nos ha dado a cada uno de nosotros para el crecimiento en el Reino de Dios. Agrada a Dios cuando reconocemos los dones que se nos han dado para promover la causa de Cristo hasta que Él regrese. A aquellos a quienes se les da mucho, se les requerirá mucho y serán recompensados en consecuencia. Aquellos a los que se les da poco pero no hacen nada con los dones que tienen... bueno, ¡sintonice mañana y vea lo que el Maestro tiene que decir al respecto!