El Camino Del ÉxitoMuestra

“Recita siempre el libro de la Ley y medita en él de día y de noche; cumple con cuidado todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás éxito.” (Josué 1:8-9)

Desde que era joven, soñé y me atrajo en gran manera el deseo de tener éxito, imagino, que como a muchos de ustedes, estimados lectores.

Recuerdo mis años en la escuela, prestaba mucha atención cuando mis profesores me hablaban de la las excelencias del éxito y admiraba a aquellas personas que los medios de comunicación realzaban como exitosas, tanto en el deporte, como en la música, el cine o la televisión, y me imaginaba a mí mismo viéndome en el futuro como una de estas personas.

Fui creciendo sin conseguir ningún éxito a lo largo de mi vida; sin embargo, tuve la oportunidad de conocer a personas de las que el mundo consideraba exitosas, y al caminar con ellas me fui dando cuenta que una cosa es lo que la sociedad te dice que es el éxito y otra muy diferente a lo que realmente es. Verás muchas personas creen que le éxito es la panacea, y trae consigo una vida plena y feliz; pero descubrí en estas personas que se llamaban exitosas que era todo lo contrario, es decir, el éxito que tanto anhelaban les traía una felicidad efímera y mucha frustración.

En general, el éxito o tener éxito se asocia al triunfo o al logro de una victoria en algo que nos hayamos propuesto, así como a la obtención de reconocimiento debido a nuestros méritos. Sin embargo, la noción de éxito es subjetiva y relativa. Lo que para una persona puede ser un éxito, para otra puede ser apenas un consuelo ante el fracaso.

Para mí el valor del éxito en la vida está tanto en los grandes empeños como en las pequeñas acciones, en la voluntad para superar las adversidades, en la conciencia de nuestras competencias y capacidades, y en las ganas de ser siempre mejores y salir adelante.

El éxito personal por tanto se refiere a la satisfacción y el bienestar emocional que experimentamos en nuestra vida cotidiana y surge como el resultado de haber encontrado un equilibrio entre nuestras necesidades, deseos y valores. Cuando logramos alcanzar este equilibrio, nos sentiremos plenos y satisfechos con nuestra vida.

Estoy convencido, de que muchos de ustedes que me leen y siguen, han tenido un momento en sus vidas de transformación, motivada por el cambio en el proceso de la vida, infancia, pubertad, juventud o madurez, por una emigración a otro país, matrimonio o ruptura matrimonial, nacimiento o fallecimiento de alguien muy querido, etcétera.

Sin embargo, considero que no ha habido para nosotros en términos de obtener el mayor éxito en nuestra vida que el haber conocido a Jesucristo y permitirnos ser transformados por Él.

Disfrutar del nuevo nacimiento supone enamorarse profundamente de Él, comenzar a seguirle como discípulo y a servirle como siervo. Es el Mejor y más Grande Éxito de nuestra vida porque no hay mayor logro, bien material o dinero en mundo que sabernos amados por el y que reinaremos con Él en gloria y viviremos eternamente para contemplar su hermosura y santidad.

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