40 Principios escriturales para un ministerio saludableMuestra
El pecado del líder afecta negativamente a quienes están bajo su autoridad.
La irresponsabilidad sexual de Abimelec atrajo maldición a su familia: “... Por causa de Sara, el Señor había hecho que ninguna mujer de la casa de Abimelec pudiera tener hijos”, Génesis 20:18 (DHH). Dios le dijo: “Devuelve la mujer a su esposo... pero si no la devuelves, puedes estar seguro de que tú y todo tu pueblo morirán”, Génesis 20:7 (NTV). La desobediencia no solo nos perjudica, sino que también atrae enormes consecuencias a quienes están bajo nuestra responsabilidad. Aarón y María cuestionaron la autoridad de Moisés: “Entonces la ira de Jehová se encendió contra ellos; luego se fue. Tan pronto la nube se apartó del Tabernáculo, María se llenó de lepra... y fue expulsada del campamento... y el pueblo no siguió adelante hasta que se reunió María con ellos...”, Números 12:9-16 (RV95). El pecado de una sola persona alejó la presencia de Dios y detuvo la marcha de TODA una nación.
¿Te acuerdas de Acán? Desobedeció y Dios hizo responsable de su pecado a todo el pueblo: “... Israel ha pecado... Robaron... mintieron y escondieron... No seguiré más con ustedes a menos que destruyan esas cosas que guardaron...”, Josué 7:10-12 (NTV). ¿Cómo que robaron, mintieron y escondieron? ¿No fue Acán el que robó, mintió y escondió? Sí, pero el pecado de uno se convirtió en el pecado de todos y, como consecuencia, estaban a punto de perder la PRESENCIA de Dios. El pecado de uno hace impuro a todo el pueblo: “El Señor... dijo: “... saquen fuera del campamento a todas las personas que tengan lepra... Así no harán impuro el campamento, donde yo vivo en medio de ellos’”, Números 5:1-3 (DHH). ¿Por qué el leproso debía ser expulsado? Para que Dios no se marchara. El problema no era la persona sino la lepra que estaba en ella. Y la lepra representaba el pecado. O nos alejamos del pecado o el pecado aleja a Dios de nuestras vidas. Dios no puede quedarse en un lugar donde el pecado sea tolerado, permitido y protegido abiertamente. Si quieres a Dios y su bendición tendrás que deshacerte del pecado. ¡Los acumuladores compulsivos de pecados no pueden comulgar con Dios!
Acerca de este Plan
40 días que te enseñarán principios escriturales para tener una vida, familia y ministerio bendecido, saludable, lleno de presencia y guiado por el Señor.
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar