En busca de justiciaMuestra

Justicia Interna

Dios promete que hará que rindamos cuentas sobre todas las cosas, incluyendo todo lo profundo y oculto. No habrá pensamiento, acción o motivo que no sea llevado a la plena transparencia.

Cuando percibimos que se nos ha hecho un mal, nuestro instinto inicial es buscar justicia. Juzgar y luego corregirlo. Cuando deseamos esto, estamos buscando algo bueno. Jesús instaló la justicia en nuestras almas.

Sin embargo, somos mucho menos propensos a juzgarnos a nosotros mismos de manera similar. Cuando reaccionamos ante la injusticia, vale la pena preguntarnos si nuestra reacción nos informa de alguna injusticia profunda que nuestra alma haya sufrido. Tal vez haya algo enterrado profundamente entre el alma y el espíritu. Algo que Jesús puede ver, pero nosotros no.

Puesto que todas las cosas serán sacadas a la luz, es de gran beneficio desarraigar la oscuridad en esta vida, dejar a un lado los estorbos que acechan nuestra conciencia y limpiar el lodo que envenena nuestras almas.

En lugar de sucumbir a nuestro primer instinto de crítica, busquemos primero la paja en nuestro ojo. Recordemos que Dios es Dios y nosotros no lo somos. La convicción es la obra del Espíritu. Cuando nos ponemos la toga de Dios y nos sentamos en su tribunal, estamos fuera de orden.

Cuando veamos algo injusto, pidámosle a Dios que abra nuestros ojos, miremos dentro de nuestros corazones y permitamos que su luz purificadora limpie los lugares oscuros mientras todavía estamos de este lado de la gloria.