En esta serie tenemos como invitada a la pastora Nina León. Ella tiene muchos años de experiencia como líder y conoce de primera mano cuáles son los desafíos que llevan a que una persona esté al filo del liderazgo. De sus vivencias y de lo que ha aprendido, ella nos abrió su corazón para educar a otros líderes.

Redefiniendo el status quo

En cualquier grupo de personas, llega un punto en el que se establece una especie de rangos en donde alguien va a la cabeza y los demás quedan debajo. En el liderazgo sucede algo similar. Y aunque esta jerarquía ayuda a mantener el orden, a menudo puede causar problemas, ya que impide que el líder vea sus errores y crea que su punto de vista es más valioso que el del resto. Cuando eso sucede, el orgullo puede apoderarse del corazón del líder y crear una barrera que le impide conectarse con los demás.

¿Cómo crear conexiones reales?

El consejo que tiene la pastora Nina León es que un líder debe mostrarse como es, sin pretender ser alguien más espiritual o mejor persona para infundir respeto en los demás. Ella afirma que mostrarse con vulnerabilidad implica tener una relación profunda con Dios, ya que solo Él le da sentido a nuestra vida y nos otorga una identidad.

Estar en un rol de liderazgo es una responsabilidad que requiere, necesariamente, del respaldo de Dios. Nada de lo que hacemos debe ser por un capricho, por tradición o porque es lo que más nos atrae a nivel personal. Todo lo que hacemos necesita el respaldo de Dios y se debe confirmar con la Biblia.

Ahora bien, las crisis son inevitables en el liderazgo; sin embargo, la crisis no anuncia el final definitivo de algo, sino una transformación.

El caos en el liderazgo

La pastora Nina afirma que la crisis sucede por una razón. Y es que cuando Dios va a poner orden, siempre hay caos. Esos momentos frágiles son para acercarnos a Dios y hacernos ver que necesitamos más de Él. No debemos verlos como una señal para rendirnos, sino como un llamado de atención que nos dice que necesitamos hacer cambios que nos lleven a un mejor destino.

En Mateo 8:23-26 leemos que Jesús estaba durmiendo en medio de una tormenta que asustó a los discípulos. Ellos estaban desesperados porque pensaban que era el final; pero cuando pidieron ayuda, Jesús los rescató y restableció el orden. En el liderazgo sucede de la misma forma, solo debemos de confiar en la paz que Jesús ya nos dio y ver las tormentas con la tranquilidad de la esperanza, sabiendo que habrá calma después del caos.