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Como los niños

Mateo 11:16-19

“Ustedes, los que viven en esta época, son como los niños que se sientan a jugar en las plazas y les gritan a otros niños: Tocamos la flauta, pero ustedes no bailaron. Cantamos canciones tristes, pero ustedes no lloraron". »Porque Juan el Bautista ayunaba, y ustedes decían que dentro de él había un demonio. Luego vine yo, el Hijo del hombre, que como y bebo, y ustedes dicen que soy un glotón y un borracho, que soy amigo de gente de mala fama y de los que no obedecen a Dios. Pero recuerden que la sabiduría de Dios se prueba por sus resultados"».

‭‭Mateo‬ ‭11‬:‭16‬-‭19‬ ‭TLA‬‬

Juan tenía autoridad dada por Dios, mientras que Jesús era el poder mismo de Dios en la Tierra. Sin embargo, la gente no aceptó ni a Juan ni a Jesús. Los fariseos pensaban que Jesús rompía sus reglas y veían a Juan como un loco. Jesús, acusado de pecador, les dijo que lo que veían era real y de Dios, pero no lo aceptaban porque no cumplía sus expectativas.

“Era una generación exigente que siempre quería más y nunca estaba completamente satisfecha".

Pero Jesús les aconsejaba que no se dejen llevar por lo que ellos creen que es correcto; en su lugar, deberían mirar los resultados reflejados en las vidas de aquellos que tuvieron un encuentro con Él. Esa era su misión: transformar los corazones, como Pablo mencionó en 1 Corintios 1:17. No se trata de hacer milagros o mostrar sabiduría, sino de hablar de Jesús y su propósito para nosotros. Jesús nos da el poder para sanar y restaurar, y la sabiduría para reconocer nuestras limitaciones. Con Cristo, podemos lograrlo todo.

Dios nos une con Cristo para liberar, transformar y restaurar los corazones. Esto es para quienes creen, sin limitaciones, aunque no todos creerán. Cuando creemos, nos transformamos en personas valiosas y honradas.

Jesús dice: “Esto es para ti, que te sientes menos y no aprobado por otros. La cruz que cargué te hizo digno, te dio valor y sentido a tu vida. Yo soy la vida y estaré contigo, protegiéndote. Todo esto es para quienes creen en mí". Cuando creemos, dejamos de ser niños espirituales y nos convertimos en adultos que reconocen sus límites, manifestando así la gloria de Dios.

Oración: Padre, permite que mi corazón y mi mente entiendan que tu poder está sobre mí gracias a la unión que tengo con Jesús, no para humillar a nadie, sino para acercarlos a tus pies. Que cuando vean lo que hiciste en mí y de dónde vengo, entiendan que en ti hay libertad. Gracias por amarme y escogerme.

¡Amén!