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«Sea la luz»

Solo es apropiado que el primer acto de Dios, que siguió a la creación del cielo y de la tierra es la creación de la luz. La luz es un símbolo de verdad y vida, de gracia y bondad. La creación de la luz en Génesis 1:3 representa la primera débil referencia de la redención de Dios para nosotros a través de Jesucristo.

Así como una luz brilla en la oscuridad, Jesús es la luz del mundo y brillará en la oscuridad de nuestros corazones. Pablo usa su imagen cuando cita Génesis 1:3 en 2 de Corintios. Dios no solamente es el Creador, Él también es el redentor. El gran Creador del universo es también el Dios quien salva. ¿Dónde estaríamos si Dios fuera únicamente el grande y no fuera también bueno?

Desde el comienzo de la Biblia, vemos que Dios es tanto maravilloso como bueno. Y lo vemos a través de la Biblia, arriba hacia el gran crescendo de Apocalípsis 4 y 5, donde Dios es alabado como Creador y como Redentor. Este es nuestro Dios. Este es tu Dios. Él es el Creador y Redentor. Él es el grande y bueno.

Génesis 1:27 nos muestra que fuimos separados de todas las criaturas de Dios, somos los únicos que portamos su imagen. Esto nos dice sobre nuestra identidad y quienes somos como humanos. Somos portadores de la imagen con una semejanza básica de Dios. Somos seres relacionales, somos racionales, personas emocionales con voluntad. Somos los representantes de Dios en la tierra.

Esta es la verdad central sobre nosotros. Somos portadores de la imagen del eterno Dios. Esto nos da valor, dignidad e importancia. Importamos, no por nuestros logros, dinero o apariencia, simplemente porque portamos la imagen de Dios.  Si eres un ser humano, entonces esto es verdad sobre ti: tú importas.  No importa lo que has logrado. No importa cómo te ves o cuánto dinero tienes. No importa cuánto has fallado o cuánto has luchado, tienes valor, dignidad e importancia simplemente porque portas la imagen del Dios inmortal. Nada puede cambiar eso.

Somos seres sexuados. Dios no creó seres humanos neutros. Nos hizo hombres o mujeres. La sexualidad va mucho más profundo que el aspecto físico. Pues no solo tenemos diferentes cuerpos, tenemos almas distintas. Esta es la única distinción fundamental entre humanos. Otras diferencias como etnia, idioma, raza, estatus económico, o nacionalidad realmente no importa.  Son distintivos superficiales. Esto es quien tú eres. Eres portador de la imagen de Dios, seas hombre o mujer. Tú importas. Al Dios del universo, el Dios que te hizo, el Dios que se preocupa por ti, le importas increíblemente.