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¿Alguna vez has tratado de encajar en algún lugar? Quizá sea en la escuela, con nuevos amigos o en un nuevo equipo. A veces, no tenemos ningún problema para encajar. Otras veces, puede llevarnos un poco más de tiempo. Puede que incluso nos alejemos sintiéndonos excluidos o dejados de lado. La buena noticia es que, pase lo que pase, siempre encajaremos cuando se trata de Dios. La Biblia nos dice que una vez que ponemos nuestra fe y confianza en Jesús, ¡le pertenecemos! Eso significa que, exteriormente, no tienes que cambiar nada de ti para encajar, e interiormente, el Espíritu de Dios hace el trabajo para que te parezcas más a Dios cada día.

Cuando dediques tiempo a memorizar este versículo esta semana, habla con tu líder de grupo pequeño sobre lo que se siente saber que perteneces a Dios. Pregúntale cómo ha visto que el Espíritu de Dios lo ha cambiado, y ora para que tú veas lo mismo en ti de una manera nueva.