¿Amor Propio?Muestra

¿Qué significan entonces las acciones autodestructivas de las personas? Con temor debo decir que esas son claras evidencias de que hay mucho amor propio. Al no tener o no recibir lo creemos merecer, nos genera un dolor interno que puede ser muy profundo, este dolor nos impulsa a querer escapar de cualquier forma y con cualquier práctica. Es frustrante no tener lo que queremos: el amor, las cosas, el empleo, las oportunidades de superación, el cónyuge, los amigos, los viajes, la vida, la atención, etc… porque todo se trata de NOSOTROS, de lo que nos hace feliz, de lo que nos da tranquilidad, todo el entorno debe ser ideal para YO estar bien.

Pondré un pequeño ejemplo:

Yo era de las amigas que sí o sí debían invitar a cualquier reunión o fiesta. Si me daba cuenta de que mis amigas habían hecho algo sin mí, me arruinaban la vida, me deprimía, me resentía y guardaba rencor. Mis amigas se vieron obligadas a invitarme por compromiso, para no herirme. Mi amistad les había generado una incomodidad porque yo no sabía manejar mis emociones como el orgullo. Yo era incapaz de alegrarme por mis amigas que habían tenido un momento lindo sin mí. Yo tenía que estar. Era su obligación invitarme. Me di cuenta de que hacían reuniones secretas para no lastimarme. Mi orgullo, mi YO estaba arruinando todo. Estaba instrumentalizando a mis amigas para que me dieran la felicidad y bienestar que sólo podía encontrar en Jesús y las estaba dañando. Mi Yo no lograba entender de que la gente puede ser feliz sin mi, pueden disfrutar sin mí … ¡Yo quería estar en primer lugar!

Así de mal podemos pasarla si no entendemos que nuestro YO es un total tropezadero, es un dolor de muelas a medianoche. Podemos llegar a considerar acabar con nuestras propias vidas si nos frustramos al no tener lo que queremos.

El Apóstol Pablo escribió a los de Éfeso, hablando acerca de la relación de esposo y esposa, y nos revela una verdad que hemos hablado antes y que la Biblia da por sentado que nos amamos lo suficiente, Pablo dice: “… Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida…".

Pablo comprendió su mal. Entendió que uno de sus mayores enemigos era su Yo. Con el tiempo y la ayuda del Espíritu Santo logró dominarlo gracias al aguijón que el Señor puso en él con el fin de que él no se pusiera en primer lugar, sino que se enorgulleciera únicamente de Cristo. Así Pablo, por amor a Cristo (no a él mismo) pudo soportar cualquier carencia y dolencia física y emocional. Pablo comprendió que la gracia del Señor es suficiente, lo dejó todo, por esto podía alegrarse en la abundancia y en la escasez.

Más amor a Dios y al prójimo es lo que realmente necesitamos.

Y más dominio propio para controlar nuestros propios deseos.