Dios Es La Fuente De Tu SanidadMuestra
Cómo recibir la sanidad de Dios
Para recibir la sanidad de Dios, es necesario dar ciertos pasos prácticos y espirituales:
1. Reconocer la necesidad de sanidad
El primer paso es reconocer que necesitamos sanidad. Muchas veces, podemos negar o minimizar nuestro dolor, pero es importante ser honestos con nosotros mismos y con Dios.
2. Confesar y arrepentirse
El pecado y la amargura pueden ser barreras para recibir la sanidad de Dios. 1 Juan 1:9 promete: "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad". Al confesar y arrepentirnos, abrimos nuestro corazón para la sanidad divina.
3. Perdonar y dejar Ir
El perdón es una parte crucial de la sanidad. Efesios 4:31-32 nos insta a deshacernos de toda amargura y a perdonarnos unos a otros, como Dios nos perdonó en Cristo. Perdonar no significa justificar el mal que nos hicieron, sino liberar nuestro corazón del veneno de la amargura.
4. Confiar en el proceso de Dios
La sanidad es un proceso que puede llevar tiempo. Es importante confiar en que Dios está obrando, incluso cuando no vemos resultados inmediatos. Isaías 40:31 nos asegura que "los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán".
La sanidad en Cristo: La fuente
La fuente de nuestra sanidad es Jesucristo. En Isaías 53:5, leemos: "Mas él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados". La obra redentora de Jesús en la cruz no solo nos da la salvación eterna, sino también la sanidad para nuestras vidas aquí y ahora.
Vivir en la sanidad de Dios: Un nuevo comienzo
Una vez que comenzamos a experimentar la sanidad de Dios, es importante vivir en esa nueva realidad. Esto implica:
1. Mantener una relación íntima con Dios
La sanidad continua depende de nuestra relación constante con Dios. Debemos seguir buscando su presencia a través de la oración, la lectura de la Biblia y la comunión con otros creyentes.
2. Practicar el perdón diario
El perdón no es un acto único, sino un proceso diario. Debemos estar dispuestos a perdonar continuamente a quienes nos lastiman, confiando en que Dios nos dará la fuerza para hacerlo.
3. Renovar nuestra mente
Romanos 12:2 nos insta: "No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta". Renovar nuestra mente con la verdad de Dios nos ayuda a mantenernos enfocados en su sanidad y propósito.
4. Compartir nuestra historia
Nuestra sanidad puede ser un testimonio poderoso para otros. Al compartir nuestras historias de cómo Dios nos ha sanado, podemos animar a otros a buscar la misma sanidad y esperanza en Él.
La esperanza en Dios es real
La esperanza en Dios no es solo una idea abstracta o una emoción pasajera. Es una realidad concreta y poderosa que puede transformar nuestras vidas de manera profunda y duradera. Cuando conocemos a Dios, descubrimos que Él es una fuente inagotable de sanidad y restauración. Su amor, misericordia y compasión están siempre disponibles para nosotros, no importa cuán profundas sean nuestras heridas o cuán desesperada sea nuestra situación.
Al embarcarnos en el camino de conocer a Dios más íntimamente, empezamos a ver nuestras circunstancias a través de Su perspectiva. En lugar de estar dominados por la amargura y el dolor, podemos encontrar paz, propósito y alegría. Este proceso de sanidad puede ser gradual y a veces desafiante, pero la fidelidad de Dios nos sostiene y nos guía en cada paso del camino.
Invita a Dios a tu vida hoy
Si aún no has dado el paso de invitar a Dios a tu vida, te animo a hacerlo hoy. Dios está esperándote con los brazos abiertos, listo para sanar tus heridas y ofrecerte una nueva vida en Cristo. Aquí tienes una oración sencilla que puedes hacer para iniciar este camino:
Oración: "Señor Jesús, reconozco que necesito tu sanidad y tu amor en mi vida. Te pido que vengas a mi corazón, me perdones por mis pecados y me hagas una nueva creación. Ayúdame a conocerte más y a confiar en tu poder sanador. Gracias por tu amor incondicional y por la esperanza que encuentro en ti. Amén".
Acerca de este Plan
Dios es un sanador. Reconocer que Él tiene el poder para sanar nuestras heridas emocionales es el primer paso para superar todo aquello que nos produce dolor en el alma. Las experiencias que atravesamos a menudo dejan heridas profundas, y es necesario acudir a Dios, quien promete sanar y restaurar.
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Nos gustaría agradecer a Keren Jerez por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.kerenjerez.com