Peligro: Suelo ResbaladizoMuestra

Y me resbalé

El año pasado (2023), en los meses de lluvia, hubo un par de días que llovió mucho en mi ciudad. Era de esas lluvias antiguas: Un gran chaparrón. En los edificios donde vivo, todo el patio estaba inundado. El patio central estaba inundado, las entradas de los edificios estaban muy mojadas y, por ende, muy resbaladizas. Al momento que me pidieron en mi casa ir a comprar unos bidones de agua, no me importó que el piso estuviera resbaladizo. “Camino con cuidado, no hay problema”, pensé. Aun sabiendo y con la insistencia de mi esposa amada, fui testarudo y salí con calzado no adecuado para caminar por suelos mojados. Y salí a comprar con mis Crocs (de plástico) en mis pies y los bidones en mis manos. Como era de esperar, pasó lo obvio. Por el exceso de confianza di unos pocos pasos y me caí, a tal extremo, que me hice un esguince en una de las muñecas. No sólo me dolió la muñeca, también el corazón y el orgullo. Me encanta tocar batería en los cultos y por esa torpeza, no pude tocar durante el culto que venía y perdí una oportunidad de alabarlo a Él. Sin embargo, fue poco en comparación con una caída espiritual que tuve hace poco tiempo.

Del mismo modo que mi caída en el piso mojado, mi exceso de confianza, mi orgullo y soberbia me jugaron una mala pasada. Siempre pensé que, si algún día me daban una posición de líder en la iglesia, mi soberbia iba a estar limitada, iba a estar frenada porque tengo a Cristo en mi corazón. Durante estos últimos meses, junto con mi señora, hemos estado en distintas posiciones de liderazgo en áreas relacionadas con la música, niños y matrimonios. En un momento dado, en uno de estos ministerios, me llevé la Gloria del Señor diciendo algo como: “¿Viste eso? ¿Te gustó? Bueno, fue por mi labor acá”. ¡Cuando hacía como tres horas atrás andaba pidiendo a Dios que nos ayudara en un SOS que teníamos! Y Diosito respondió y nos ayudó de una forma que sólo Él pudo. Pero yo humano pecador, ¿cómo le agradecí a nuestro Padre Celestial? Le quité la gloria a Él. Hasta en este momento que escribo este devocional, me salen lágrimas de arrepentimiento.

Al momento de darme cuenta de lo que había hecho, el Espíritu me apretó el corazón y me confrontó. Clamé por perdón, oré por perdón, lloré por perdón. Sé que me perdonó, sé que fue una tremenda lección, sé que fue una forma de mostrarme que todos, incluyéndome, andamos en este mundo caminando por un piso jabonoso y que en cualquier momento podemos resbalar. Por eso no nos podemos fiar de nuestras fuerzas, sólo nos queda tomarnos de la mano de Él y caminar confiados EN ÉL. Debemos estar siempre atentos a no resbalarnos, caminar un paso a la vez sujetos a Su mano.

Preguntas para Reflexionar

• ¿Te has “resbalado” alguna vez? ¿De qué manera?
• ¿De qué te vanaglorias?

ORACIÓN FINAL

Gracias Padre por salvarme y por amarme como sólo Tu eres capaz de amarme. Gracias Papito por estar atento a mí y presto a corregirme cuando me desvío de Tus caminos. Ayúdame a escucharte y poner atención a Tus consejos. Te pido Señor, que un Espíritu de obediencia me sostengas y me des la valentía necesaria para seguir los pasos de Cristo. Ayúdame a imitarte en todo y a crecer para que algún día llegue a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Sé que no hay nada mejor que Tú Señor, que Tus palabras, que Tus correcciones. Sé que Tú eres bueno y aunque no entienda, todo lo que me pasa está bajo tu control y todo me ayuda para bien. Perdón por la soberbia y el orgullo de mi corazón. Rompe este corazón de piedra y hazlo un corazón de carne humilde y bondadoso; sujeto a ti. Ayúdame a darme cuenta cuando me ponga orgulloso y ponerle freno a dicho pecado. Todo esto te lo pido en nombre de Tu Hijo, nuestro Señor y Salvador Jesús. ¡AMÉN!