Tiempo De SalvaciónMuestra

Por estos días de guerras y rumores de guerras muchas personas se preguntan cuánto tiempo más sobrevivirá el planeta antes de ser destruido por los seres humanos y qué hará Dios al respecto. Hace algún tiempo, una iglesia muy querida me invitó a dar el mensaje dominical. Mientras lo preparaba y oraba, recuerdo lo que Dios me mostró en las Sagradas Escrituras: “Cuando se acercaba a Jerusalén, Jesús vio la ciudad y lloró por ella. Dijo:—¡Cómo quisiera que hoy supieras lo que te puede traer paz! Pero eso ahora está oculto a tus ojos.Te sobrevendrán días en que tus enemigos levantarán un muro y te rodearán, y te encerrarán por todos lados.Te derribarán a ti y a tus hijos dentro de tus murallas. No dejarán ni una piedra sobre otra, porque no reconociste el tiempo en que Dios vino a salvarte” (Lc. 19: 41-44 NVI) .

Este lamento solo está en el evangelio de Lucas, aunque hay otros dos registros en Lc. 13: 34 y Mt. 23: 37 (“Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos, y no quisiste”). Según ambos, Dios quería salvarlos, pero los hijos de Jerusalén no querían dejarse salvar. De los cuatro evangelistas, Lucas es el único “no judío”. Como médico e historiador era muy buen observador. Le impresiona la compasión que Jesús sentía por las personas, en especial los gentiles que muchos religiosos en Israel despreciaban. A los ojos de Lucas (paráfrasis mía): El Mesías es todo compasión. Jesús se compadece hasta de los que van a rechazarlo, porque los ama.

La profecía de Jesús se cumplió al pie de la letra. En 70 d.C. Tito sitió la ciudad para atrapar a miles de personas que habían llegado para celebrar la pascua y la fiesta de los panes sin levadura. La estrategia fue interrumpir los suministros que llegaban a la ciudad hasta matar de hambre, a hombres, mujeres y niños que estaba dentro. Según fuentes históricas los pocos sobrevivientes murieron en las arenas del circo por las fieras o los gladiadores. Los que no murieron de hambre, murieron por la violencia. Un escenario tristemente familiar para nosotros en el mundo actual.

Jesús dice: porque no quisieron recibir la visita de su Salvador. Esa fue su mayor tragedia: ignorar a Jesús. Acababa de ser aclamado en su entrada triunfal a Jerusalén. Pero Jesús sabe que esa euforia es momentánea. Varias de esas voces gritarán: ¡crucifícalo! Para eso ha llegado a esa hora. La obra más grande de Dios en toda la historia estaba teniendo lugar entre ellos y la gente no la entendía. “A lo suyo vino y los suyos no le recibieron” (Juan 1:11). Su Salvador vino y no se enteraron.

En este tiempo, millones necesitan conocer a ese Salvador lleno de compasión. Jesús llora porque no entienden los tiempos en que viven, que sus vidas puede dejar de saltar del efusivo “hosanna” al drama y la disciplina del Señor.Llora, pero su prioridad es hacer la voluntad de Su Padre y no se cruza de brazos. Por el contrario, abraza su propósito. En la siguiente escena lo vemos en el templo, confrontando a los cambistas y negociantes, porque han convertido la casa de Su Padre en cueva de ladrones. Sabe que a medida que edifique Su iglesia, después de su muerte, resurrección y ascensión, el Espíritu Santo vendrá para que seamos su templo y anunciemos Su salvación.

Aunque no podemos conocer la mente del Señor, en los próximos días de este devocional veremos como la Palabra de Dios nos ayuda a discernir los tiempos y las ocasiones, y nuestro papel en este momento de la historia. Si le pedimos, Él nos dará (Mt. 7:7). El Espíritu Santo nos ayuda y revela en Su Palabra lo que Dios hace en el mundo, en medio de nosotros, y Su mover en nuestras vidas.