¿Podré aprender algo de mis generaciones anteriores?Muestra

Cuando pensamos en generaciones anteriores, usualmente tenemos en mente a nuestros familiares de mayor edad, tales como padres, abuelos, bisabuelos y en general nuestros ancestros. En cuestión familiar tal vez no tenemos acceso a un acervo documental que podamos consultar respecto al estilo de vida y enseñanzas de nuestros antepasados, pero en algunos casos sí tenemos acceso a aquellos familiares de mayor edad que pueden compartirnos sabias enseñanzas con el poder de edificar nuestras vidas.

¿Podría suceder que toda una nueva generación no conozca de Dios? Desgraciadamente sí podría suceder, pero eso no se debe únicamente a que la nueva generación no se haya interesado en Dios, sino que también sería culpa de la generación anterior que no tuvo la suficiente dedicación para compartir de Dios a la generación entrante.

Es importante que las nuevas generaciones aprendan del conocimiento acumulado por las generaciones que las precedieron.

La Palabra de Dios nos previene diciendo que seamos salvos de esta generación perversa. Que palabras tan fuertes nos muestra la Palabra al calificar así a esta generación. Tenemos un reto grande para compartir la palabra de Dios a esta generación que es considerada como perversa, porque necesita ser alcanzada por el conocimiento de la Palabra de nuestro Señor.

Con frecuencia los jóvenes pueden considerar que no tienen nada que aprender de generaciones anteriores. Sin embargo, hay mucha sabiduría y conocimiento en las enseñanzas que pueden adquirir de dichas generaciones, sobre todo si tienen el conocimiento de caminar en los principios de Dios.

Dios, como un padre y buen pastor, buscará siempre que nadie se pierda, sino que todos sean llamados al arrepentimiento. Así buscará que las nuevas generaciones se salven de vivir vidas lejos de Dios.

Oremos: Padre, en el nombre de Jesús, te rogamos que nos ayudes a ser de influencia en esta generación. Que podamos impactar con tu Palabra en la juventud actual y que ellos conozcan el poder de tu amor y de la obra redentora de nuestro Señor Jesucristo. Amén.