[Las palabras de adviento] ESPERANZAMuestra

Cristo: vida y luz en el mundo

A una maestra se le asignó visitar un hospital para ayudar a un niño que se estaba atrasando. No estaba preparada para lo que vio: un niño muy quemado y con mucho dolor. Estuvo a punto de darse la vuelta y salir corriendo, pero algo la retuvo. A la mañana siguiente, la enfermera le preguntó: «¿Qué hiciste? Es como si alguien hubiera encendido una luz en él. Está luchando por vivir». Más tarde, el niño explicó: «Yo había perdido completamente la esperanza hasta que vi a esa maestra. No enviarían a una maestra a trabajar con un niño moribundo, ¿verdad?».

Cuando se te va la luz, ¿qué te da esperanza? Una vela. Si tienes una noche difícil, ¿qué es lo que esperas con ansias? El amanecer. Siempre hay esperanza cuando hay luz. Todas las cosas fueron hechas por medio de Jesucristo. Entrelazó la esperanza en el tejido mismo de la vida, impregnándola con la certeza de sí mismo. Donde hay vida, hay esperanza. Juan dice que en Jesús hay vida, y que la vida es la luz de toda la humanidad.

Jesús, nuestra Vida y Luz, vino y brilló en las tinieblas. No pueden vencerlo. El Dios del universo envió a su Hijo, la Luz del mundo, a un planeta oscuro y moribundo. Envió la Luz de la esperanza para ti y para mí.

Juan el Bautista, el último de los profetas del Antiguo Testamento, dio su testimonio para que nadie pasara por alto que Jesús es la Luz del mundo que fue dada a todos. Así de misericordioso es nuestro Dios. Es un regalo de Navidad increíble, ¿no es cierto? Sin embargo, lamentablemente, hay quienes no lo reciben. Preferirían estar en la oscuridad.

De tal manera amó Dios al mundo que nos ha dado a su Hijo. En él tenemos esperanza, vida, luz, gracia y salvación. Nacemos de nuevo porque... Dios dio todo de sí por nosotros. El Verbo se hizo humano voluntariamente. No bajó y se regresó de inmediato. ¡Habitó entre nosotros!

Celebramos el Adviento porque hace 2000 años Dios nos dio el don de la esperanza. Su Hijo, Jesucristo, se convirtió en uno de nosotros. Tanto así es como Dios nos ama. ¡Tenemos que compartir esa esperanza!

Padre, te damos gracias porque has sido tan misericordioso y clemente con nosotros al traernos a tu Hijo. Él es nuestra Vida, Luz y Esperanza. Que lo compartamos con los demás en esta Navidad para tu gloria.

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