El Llamado a HumillarseMuestra

Todo es cuestión de FE

Humillarse es la dependencia total de Dios e implica tener fe en Su poder ilimitado, en Su soberanía, en Su justo juicio y en Su amor. Este acto de humillarse (fe) que se traduce en “dependencia” que nos capacita para enfrentar la vida, venga lo que venga. Cuando, por ejemplo, nos embarga la ansiedad, es porque nos hace falta depender más del Señor. Es porque se nos ha olvidado que Él nos cuida, que Él puede con nuestras cargas, con nuestras preocupaciones o porque se nos ha olvidado que Él es FIEL. El camino para recorrer en esta circunstancia es el camino de la humillación.

Quiere decir que una persona que no se rinde ante Dios de forma total, es porque realmente no le tiene fe a Dios. Se nos ha enseñado rendir cada área de nuestra vida. Esta frase nos da la idea de que somos seres “fraccionados en áreas”, y se marca más cuando el que dirige el servicio va mencionando una a una esas áreas, lo que nos puede llevar a clasificar la que rendiremos totalmente y otras más o menos. Pero, ¿es así como Dios nos ve? No. Dios no nos ve en fracciones, por lo tanto, no nos pide una humillación a medias, no nos pide una confianza a medias. Dios nos pide todo, nos pide nuestra vida entera, nuestro corazón entero, nuestra mente (alma) y nuestra fuerza enteras las cuales no son áreas, sino, nuestro SER. Dios nos hace el llamado a acercarnos a él con humildad porque al altivo no llama, a éste lo ve de lejos.

Cuando venimos a Cristo por primera vez, toda nuestra vida empieza su recorrido por este camino de humildad y vamos creciendo en humildad a medida que le vamos conociendo. Este conocimiento de Dios produce una fe fuerte en nosotros que cada vez exalta más la persona de Jesús. No hay espacio para el orgullo en la vida de quien camina con Dios. Claramente, hay luchas con el orgullo, pero ninguna que no haya sido vencida ya en la Cruz.

¡Ten fe en Dios y humíllate, acepta ese llamado!