Repara tu FiltraciónEjemplo

Romper y descubrir.

Cuando algo se filtra nos damos cuenta porque hay evidencias a simple vista, sale agua en paredes o techos, hay humedad, se ven unas manchas del moho, manchas horribles que dan mal olor y mal aspecto. Así es el alma del ser humano, cuando se filtra algo es porque sale algo dentro de nosotros, y puedes notarlo tú y quienes te rodean, se hace visible por ejemplo el mal humor, el mal carácter, la ansiedad, los malos pensamientos, el miedo, los celos, la envidia, los chismes, las adicciones, el efecto zombi que producen las redes sociales y los teléfonos celulares, entre otras cosas. La Palabra de Dios nos enseña que de la abundancia del corazón habla la boca, cuando algo malo se filtra dentro de nosotros, finalmente sale al exterior, esa marca horrenda y de mal olor, que todos pueden ver en ti, que no solamente te ha ido dañando a ti mismo, sino que ha comenzado a herir a otros. Un lugar con filtraciones es desagradable, ver esos hongos en las paredes color verde, marrón y negro y las enfermedades que puede ocasionar a nadie le gusta, tampoco es cómodo estar en una casa donde se pueden ver recipientes por todos lados cuando llueve, recogiendo todas las gotas que caen porque no se ha reparado la filtración. Cuando no reparas la filtración de tu vida, nadie va a querer estar a tu lado porque se sentirán incómodos contigo, además, se extiende abarcando una gran área de tu vida.

Para poder ver bien de dónde viene la filtración, se debe romper y descubrir de dónde se origina, por lo que se debe quitar lo que la cubre, bien sea un friso, o un manto asfáltico dañado, algún revestimiento, o piso de concreto, para visualizar la marca que el agua o la humedad deja el camino, y así conseguir la fuente o donde comienza la filtración, es decir donde comienza el daño. Cuando llamamos al Señor para que arregle nuestra filtración, debemos hacerlo apenas identifiquemos la marca que va dejando nuestro comportamiento o actitudes, quitando las apariencias que tapan lo que ven los demás, quitando ese revestimiento cual coraza adornada que todos ven “bien”, y decirle al Señor en oración que estás dispuesto que comience a romper, demoler, quitar todo aquello que le impida ver dónde comienza el daño. Debes ser sincero con Dios y decirle: Señor estos pensamientos malos se inician aquí cuando ... O: Señor esta rabia que me hace ofender a todos cada rato comienza cuando… También: Señor miento cada vez que… O: Señor es que necesito ser en centro de atracción… Y así sucesivamente decirle al experto que es nuestro Dios: “Rompe todo lo que debas romper, quita lo que debas quitar, pero lleguemos a dónde comienza todo”. Sean honestos con Dios y ese será el primer paso para la restauración.