Vencer el pecado habitualMuestra

No estás solo

Génesis es el libro de los comienzos. Describe el inicio del mundo y de la triste lucha de la humanidad contra el pecado. Después del acto de desobediencia de Adán y Eva, sus corazones se vieron afectados. También lo fue el nuestro. Seguimos sus pasos y damos muchos de los mismos giros que ellos dieron directamente desde el huerto. Al igual que ellos, a menudo nos sentimos tentados a desobedecer a Dios cuando el pecado hace ofertas y promesas que no puede cumplir. Y de nuevo, al igual que ellos, nos escondemos (de Dios y de los demás) cuando sentimos vergüenza por nuestras decisiones.

Jugar a las escondidas es divertido cuando somos niños. Sin embargo, esconderse constantemente, día tras día, para cubrir la vergüenza no es una buena forma de vivir. Puede ser increíblemente solitario. Pero, a menudo, es la consecuencia del pecado habitual. Nos deja sintiéndonos avergonzados y solos. Pensamos que nadie más tiene las mismas luchas y que Dios está en algún lugar lejano enojado con nosotros. Tanto la idea de que somos los únicos con luchas como que Dios está lejos y enojado son mentiras dañinas que el enemigo usa para mantenernos atrapados en el pecado habitual. Veamos dos verdades para combatir estas mentiras.

Primero, no eres el único que lucha con el pecado. Ya sea que se trate de mentira, orgullo, lujuria, ira, envidia o usar la comida, las drogas o el alcohol para fugarse, todo el mundo lucha con algo. Todos necesitamos la gracia y el perdón de Dios. El enemigo nos miente, diciéndonos que estamos solos en nuestra lucha; lo cual a menudo hace que nos escondamos y nos aislemos. El enemigo quiere que luches solo porque sabe lo que sucede cuando el pecado sale a la luz. Revelarle una lucha contra el pecado a un amigo o a una comunidad de confianza puede ser una forma de aflojar el poder del pecado sobre nuestra vida. Los amigos y los mentores pueden ofrecer oración, responsabilidad y aliento para ayudarnos a vencer.

Segundo, Dios no se aleja enojado cuando pecamos. Como cristianos, podemos lidiar con el pecado y la tentación, pero seguimos siendo hijos de Dios. Al igual que cualquier buen padre, Dios no nos da la espalda cuando tomamos una decisión equivocada. Al igual que el Buen Padre, Él se encuentra con Sus hijos pródigos una y otra vez cuando regresamos, y nos ofrece gracia. Nuestro Padre es misericordioso, así que corre a Él cuando luches con el pecado habitual. Él no está lejos de ti.

Pensamiento del día: Cuando me sienta tentado a esconder mi pecado o aislarme avergonzado, recordaré el carácter de Dios y la verdad de Su Palabra. Lo buscaré a Él y a amigos de confianza para que me apoyen con amor. ¡Las mentiras del enemigo han sido expuestas y ya no me esconderé!