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Pequeños pies y manosMuestra

Pequeños pies y manos

DÍA 2 DE 4

Pequeños pies y manos

Todos conocemos la historia alrededor de ese pesebre donde se recostaba un pequeño recién nacido, acompañado de Sus padres y de algunos pastores de la región.

¿Alguna vez has visto un pequeño bebé y mientras lo observas piensas en cómo será cuando crezca? ¿Te has imaginado qué hará en el futuro? ¿En quién se convertirá? Probablemente, al menos, yo sí lo he hecho y es difícil saberlo. Son tantas las posibilidades que es prácticamente imposible definir el futuro de alguien que apenas acaba de nacer.

¿Qué pensarían José, María y aquellos pastores mientras observaban a ese pequeñito? ¿También se preguntarían lo mismo? ¿Se imaginarían lo que ese pequeñín iba a lograr años más tarde? Tal vez jamás imaginaron que ese pequeño Jesús que pataleaba en ese pesebre cambiaría la humanidad, la historia, nuestra historia.

La Biblia nos enseña que ese pequeño iría creciendo poco a poco y, desde Su niñez, comenzaba a mostrar indicios de Su propósito en este mundo.

El evangelio de Lucas, en el capítulo 2:41-51, nos enseña cómo era Jesús en su niñez durante una visita que hizo con Sus padres a Jerusalén a celebrar la pascua.

Vimos que Jesús se encuentra en el templo rodeado de doctores de la ley, los cuales se maravillaban de Su inteligencia. Tenía apenas 12 años y ya se involucraba en los asuntos de Su Padre.

Luego de esto, en ninguno de los evangelios se menciona lo que sucede con Jesús hasta que llega a bautizarse a la edad de 30 años; momento en el que oficialmente comienza Su ministerio, Su misión (Lucas 3:23).

Es una amplia ventana de tiempo entre los 12 y 30 años; son 18 años. Si pasan muchas cosas en cuestión de días o semanas, en 18 años pasan muchas más. No se dan detalles de lo que sucedió en ese tiempo, pero tenemos la respuesta un versículo después de lo que acabamos de leer, en Lucas 2:52, que menciona: “Y Jesús crecía en sabiduría, y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres”. Jesús dedicó esa ventana de tiempo para desarrollar esas 4 áreas de Su vida y prepararse para lo que venía más adelante.

Imagina por un momento la escena, imagina que vivimos en esa época. Las costumbres eran diferentes, la edad a la que se casaba la gente en ese tiempo era de 14 a 17 o 18 años. Tal vez, era raro encontrar personas solteras en sus 20 y más. Probablemente en sus 20, ya tenían algún terrenito, por lo menos una casita, un trabajo estable, un negocio, hijos, etc. Jesús no tenía nada de esto. Seguramente, había personas que se cuestionaban diciendo “¿qué pasa con ese Jesús que ya casi llega a los 30 y no está casado, vive con sus padres, no tiene propiedades, es apenas un humilde carpintero que probablemente es solo el ayudante de su padre José?” y uno que otro comentario similar.

Seguramente, nadie de ese pueblo, de la gente con quien convivía a diario se imaginaba ni en sus sueños más extraños que ese Jesús tenía un propósito más grande que lo que la gente suele pensar que significa “grande”. No se imaginaban que ese chico casi en Sus 30 cambiaría el curso de la historia.

Jesús no haría caso a las críticas ni a los comentarios lastimosos de la gente, Él estaba seguro del propósito por el cual estaba en esta tierra.

Tanto lo sabía, que se dedicó, como acabamos de mencionar, a crecer en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios y con los hombres. Porque para cumplir Su propósito, necesitaría estar preparado en todo esto. Tenía una gran misión por delante y necesitaba mucha preparación no solo para cumplirla, sino para dejarnos el ejemplo.

No sé la edad que tienes, pero tal vez alguna vez alguien ha hablado sobre ti, de tu edad, sobre tu pasado, tu presente, tu futuro, de manera que te hacen sentir que no estás cumpliendo con las expectativas. ¿Alguna vez te has cuestionado por qué no tienes esto o aquello, por qué no tienes alguna propiedad, algún bien en específico, una pareja o un mejor trabajo? Tal vez estás frustrado porque el mundo te ha hecho creer que debes cumplir con lo que el mundo dice. Pero debes saber que Dios tiene un propósito más grande para ti, que Dios te quiere preparar para que estés listo cuando llegue el día en el cual comiences a poner en marcha ese plan.

Por ahora, medita en lo siguiente:

¿Qué es eso que el mundo te dice que debes hacer? ¿Ya lo sabes? Ahora, ¡deséchalo!

Tu propósito en este mundo es más grande que lo que el mundo cree de ti.

Día 1Día 3

Acerca de este Plan

Pequeños pies y manos

Cristo vino a este mundo con un propósito. Para lograrlo, se preparó toda Su vida. Esos pequeños pies, esas pequeñas manos en aquel pesebre serían parte de esa misión. Aunque aún no sepas cuál, tú también tienes un propósito. Descubre cómo Jesús se preparó para cumplir el mayor propósito de la humanidad y cómo tú puedes hacer lo mismo para cumplir lo que Dios desea hacer a través de ti.

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Nos gustaría agradecer a Daniel Osorio por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://instagram.com/esavocecita