El Espíritu Santo continúa el rescate

Mientras Jesús estuvo en la tierra, acercó un poco más el cielo cada vez que tocó a alguien y lo sanó o cuando enseñó una verdad poderosa y dejó a las personas transformadas. Después de ascender al cielo para ocupar el lugar que le correspondía junto a Su padre, envió a la tierra a la tercera persona de la Deidad para que estuviera con cada uno de sus seguidores. El Espíritu Santo es cien por ciento Dios y recibe diferentes nombres como Parakaleo (el que viene), Espíritu de verdad, Ayudador, Consejero, Consolador y Ruach (viento), por nombrar algunos. Él ha sido enviado principalmente para llenar a cada creyente con el poder de Dios y ayudarnos a conocer más a Dios. Como Él es el Espíritu de Dios, nos ayuda a conocer mejor la mente y el corazón de Dios. Él nos da diferentes dones que nos ayudan a bendecirnos unos a otros en el cuerpo de Cristo y nos permite dar frutos para que aquellos que están fuera de la iglesia también puedan experimentar a Cristo a través de nosotros. Él es quien nos da una comprensión más profunda de las Escrituras y quien nos ayuda a vivir nuestra nueva vida en Cristo con vigor y propósito. Él nos da todo lo que necesitamos para vivir una vida piadosa, una que agrada a Dios y nos acerca a una comunión más estrecha con Él. Al Espíritu Santo también se le llama Espíritu Santo, pero no es un ser etéreo metafísico. Más bien, Él es poderoso, porque cuando se mueve como un viento que mueve las cosas, cambia el paisaje de nuestras vidas. Él es como agua fresca de un manantial que limpia toda impureza y al mismo tiempo da vida a todo lo que toca.

Él es como un fuego que purifica el oro mientras quema las impurezas y lo deja con mayor valor y belleza que nunca. Él es quien continúa rescatándonos de las garras del enemigo diariamente y ayudándonos a vivir en la victoria que Jesús obtuvo para nosotros en el Calvario.

Pensamiento:

No puedes hacer la vida cristiana sin la ayuda del Espíritu Santo.