[Lo que el Espíritu dice] Carta a ÉfesoMuestra

Recuerda tu primer amor

La descripción con la que comienza la carta a la iglesia de Éfeso habla de la superioridad de Jesús. Él sostiene las siete estrellas en sus manos. Sostiene todas las cosas y seres creados, todas las cosas físicas y espirituales. Es potente y poderoso. Camina entre los siete candelabros de oro, las iglesias que iluminan las tinieblas.

Jesús elogia a la Iglesia por su resistencia, discernimiento e intolerancia hacia los malhechores. Sin embargo, la Iglesia ha abandonado su primer amor, se ha enfriado y ha perdido su fervor. En aquel tiempo, Éfeso era una ciudad famosa del mundo antiguo, con una iglesia igualmente famosa. Tenían unos maestros increíbles. Pablo ministró en Éfeso durante al menos tres años (Hechos 19:1-10). Aquila y Priscila sirvieron allí y discipularon a Apolos (Hechos 18:24-28). Timoteo, compañero de Pablo, también trabajó en Éfeso (1 Timoteo 1:3). Según la tradición eclesiástica, el apóstol Juan también ministró allí.

Éfeso también tenía mucha oscuridad; necesitaba mucha luz. La ciudad tenía un notable templo a Diana, o Artemisa, una diosa de la fertilidad adorada con sexo inmoral. Su templo era una de las siete maravillas del mundo: de 60 pies de altura, hecho de mármol, con 127 pilares y lleno de esculturas. Aunque Éfeso no era la capital, era poderosa, con una influencia y una afluencia increíbles. Trágicamente, también era un bastión de Satanás y de la hechicería (Hechos 19:19). En Éfeso abundaban la promiscuidad, la perversión, la adoración de ídolos, la corrupción moral y la brujería.

Jesús elogia a la iglesia de Éfeso, pero la postura de sus corazones le entristeció. Jesús no dijo que la iglesia de Éfeso había perdido su primer amor, sino que lo había abandonado: el lenguaje importa. Perder y abandonar son dos cosas distintas. Cuando pierdes algo, no sabes dónde está. Cuando abandonas algo, es una elección. A los cristianos se nos dice que amemos a Dios y nos amemos los unos a los otros. Los dos amores van juntos. No puedes decir que amas a Dios y no amar a tu familia. No puedes amar realmente a tu familia sin amarlo a Él primero.

Recuerda tu primer amor. ¿Recuerdas cómo fue la primera vez que conociste a Jesús?¿Recuerdas esos primeros momentos en su presencia? ¿Recuerdas la alegría, el celo, el asombro? Él te creó. Tiene un plan increíble para tu vida. Pasa tiempo con Él. Siempre está cerca.

Jesús, ayúdame a recordar mi primer amor. Reaviva mi pasión por ti con una visión de tu majestad, gracia y misericordia.