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Cada día cuenta

DÍA 2 DE 3

Amar también significa servir

¿Sabías que la Madre Teresa tenía los pies deformes? Era tanta la fealdad que cuando alguien los veía, pensaba que ella había padecido lepra o alguna enfermedad.

La realidad detrás de la apariencia de sus pies era que, cuando llegaban donaciones para su organización misionera, ella escogía el peor par de zapatos, para darle los mejores a los pobres. Servir durante años con zapatos que no eran de su talla le había deformado los pies.

Deformarse los pies en el matrimonio implica levantarte en medio de la noche para darle la medicina a tu pareja porque tiene fiebre, besarle la frente y prestarle tu hombro cuando llora, intercambiar tu plato con ella en el restaurante porque le gustó más el tuyo.

Hablando de pies veamos el ejemplo de Jesús. ¿Has visto un cuadro de la última cena? Seguro concuerdas conmigo en que todo es estético y bien puesto dentro de la imagen. La cuestión es que, si solo tenemos de referencia una pintura, nos perderemos lo asombroso que pasó ese día.

Jesús se levanta mientras los discípulos estaban cenando y empieza a lavarles los pies. Pies que no tenían puestos unos tenis, sino unas sandalias que habían recorrido caminos empolvados en verano y empantanados en invierno.

En esa época, los ricos que tenían esclavos destinaban al de más bajo rango a lavar los pies de quienes llegaban a su casa.

Es decir, Jesús se puso a hacer la labor del esclavo más insignificante. ¿Por qué? Porque Él quería enseñarnos el valor del servicio. En Mateo 20:28 Él afirma que vino para servir.

Hacer cosas por tu pareja, es algo que a veces puede ser agotador. No siempre es placentero preparar el desayuno después de una mala noche, o trabajar horas extras porque tu cónyuge no ha logrado conseguir empleo. Pero te aseguro que lo que hagas con amor no quedará sin recompensa.

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