Dios, ayúdame a enfrentar mis temoresMuestra
“La ansiedad que agobia”
Suena la alarma del celular debajo de mi almohada y, todavía medio dormida, toco la pantalla hasta que me obedece. Nueve minutos más de sueño. Si estoy de suerte podré dormir de verdad y quizás hasta logre repetir el ciclo una vez más. Pero una vez que estoy lo suficientemente despierta para percatarme de que estoy pensando y no soñando.
La paz del inconsciente se desvanece y se produce un incremento ya familiar del ritmo cardíaco. Entonces sucede. ¡Es terrible! Aunque la sensación no se produce todas las mañanas, no es inusual. Es como una ola, las ansiedades y tareas pendientes del día que comienza me bañan de la cabeza a los pies.
Ese proyecto. Esa fecha tope (¿ha pasado ya?). Decisiones que me paralizan. Esa conversación que debo tener. El hecho de que cada tarde por los próximos siete días ya está ocupada. Los trámites —facturas, formularios, impuestos— se sienten como una opresión en el pecho. No tuve tiempo para preparar esa presentación. La gente no está contenta conmigo. ¿Será así como se siente un ataque de pánico?
La escena de esta mañana no es algo inusual para muchas personas ni para alguien que ha caminado con Jesús a lo largo de tres décadas. Ya debería haberlo superado. Debería tener más confianza en mi Padre que me ama. Sin embargo, me consuela saber que estoy en buena compañía de hermanos en la fe que me ofrecen sabiduría desde su viaje de santificación.
Suena la alarma del celular debajo de mi almohada y, todavía medio dormida, toco la pantalla hasta que me obedece. Nueve minutos más de sueño. Si estoy de suerte podré dormir de verdad y quizás hasta logre repetir el ciclo una vez más. Pero una vez que estoy lo suficientemente despierta para percatarme de que estoy pensando y no soñando.
La paz del inconsciente se desvanece y se produce un incremento ya familiar del ritmo cardíaco. Entonces sucede. ¡Es terrible! Aunque la sensación no se produce todas las mañanas, no es inusual. Es como una ola, las ansiedades y tareas pendientes del día que comienza me bañan de la cabeza a los pies.
Ese proyecto. Esa fecha tope (¿ha pasado ya?). Decisiones que me paralizan. Esa conversación que debo tener. El hecho de que cada tarde por los próximos siete días ya está ocupada. Los trámites —facturas, formularios, impuestos— se sienten como una opresión en el pecho. No tuve tiempo para preparar esa presentación. La gente no está contenta conmigo. ¿Será así como se siente un ataque de pánico?
La escena de esta mañana no es algo inusual para muchas personas ni para alguien que ha caminado con Jesús a lo largo de tres décadas. Ya debería haberlo superado. Debería tener más confianza en mi Padre que me ama. Sin embargo, me consuela saber que estoy en buena compañía de hermanos en la fe que me ofrecen sabiduría desde su viaje de santificación.
Acerca de este Plan
Muchas personas viven bajo un estado de ansiedad y temor en estos tiempos. Sin embargo, la Palabra de Dios nos enseña y alienta a enfrentarlos y vencerlos. El miedo paraliza. Pero la confianza en Dios de que Él cumple Sus promesas nos da las fuerzas para poder combatir nuestros miedos y vivir en completa paz y armonía. Reflexiona en estos tres días y decídete a enfrentar y vencer tus miedos.
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Nos gustaría agradecer a escrito por Amanda Knoke, contribuidora invitada por desiringGod.org, en colaboración con El Centro Network por facilitarnos este plan. Para obtener más información, por favor visítenos en: www.desiringGod.org y www.elcentronetwork.com