Hoy es fe, mañana testimonioMuestra

FE QUE SUPERA LO TERRENAL

Uno de los ejemplos bíblicos con el que me identifico es, sin lugar a dudas, el impresionante Abraham. Sí, el amigo de Dios. Su vida es inspiradora para mí, ya que su fe fue tan real que a través de ella logró demostrarle a Dios que Él superaba todo lo terrenal en su corazón.

¿Te imaginas lo que vivió Abraham al tener que despojarse de su hermosa promesa hecha realidad, su hijo Isaac? El capítulo veintidós de Génesis nos relata que Dios probó a Abraham; él y su esposa Sara venían de un número interminable de situaciones de desánimo. Finalmente, Dios le da la bendición de tener un hijo. Lo que nunca pensé es que cuando Isaac era ya un “muchacho”, Dios se lo pediría en sacrificio. ¡Esto sí que es emocionante! Primero, lo deseas con todo tu corazón y ahora Dios lo quiere muerto.

Este es el reto que ustedes y yo enfrentamos a medida que pasan los días y los años, cuando vienen a nuestra vida cosas, personas, experiencias que llegan a ser tan importantes y que se arraigan tanto en nuestro corazón, que cuando Dios nos pide que las pongamos en Sus manos, nuestra lucha interna es tan peligrosa que podemos llegar a decirle “no” a Dios.

A este punto, muchos deben haberse identificado con esta situación. Quizá a algunos de ustedes Dios les ha pedido su talento, su tiempo o su carrera profesional ahora que está en todo su esplendor. ¿Cómo estás reaccionando?

Desde el versículo tres del mismo capítulo veintidós, vemos que, ante tal petición de Dios, la reacción de Abraham fue inusual comparada con la que tendríamos muchos de nosotros. No se negó, no se quejó, no lloró, ni pataleó; él simplemente obedeció.

Si les hablara de premios a una fe que supera lo terrenal, tendría que mencionarles también el caso de nuestra hija Aixa, nacida a los cinco meses de embarazo; quien a causa de un daño pulmonar se debatía entre la vida y la muerte.

En esta experiencia, mi esposa y yo realizamos una de las oraciones más duras y difíciles de nuestra vida. Con todo el corazón, nos repetíamos: “Dios supera a Aixa”. Sé que estas palabras sin duda conmovieron al cielo, y Dios en Su grande misericordia, la dejó vivir y superar todo lo adverso. Hoy es una niña bendecida y llena de vida.