La soltería, un don no deseadoMuestra
"Las luchas de una vida de soltera"
Deseaba conseguir marido en la universidad. En vez de eso, conseguí una licenciatura en Ciencias Políticas.
Nunca fui el tipo de chica que soñaba con casarse. Ingresé a la universidad soltera, lista para conquistar el mundo. Tenía a Cristo, estaba recibiendo una buena educación y me sentía contenta. Los deseos de formar una familia vivían en algún lugar allá afuera, en la tierra de los treinta y tantos años.
En algún punto de la carrera universitaria, mis amigos de la infancia comenzaron a comprometerse, casarse y luego embarazarse. Muy rápidamente, empecé a sentirme identificada yo también con la expresión “no es bueno que el hombre esté solo”.
Una mañana, vi una publicación de otra amiga más que anunciaba que se había comprometido. Era una buena amiga y estaba feliz por ella. Empecé a llorar. Sin embargo, me di cuenta de que las lágrimas que brotaban de mis ojos no eran por la felicidad que sentía por ella. Eran porque deseaba ser yo quien estaba anunciando su compromiso, y no ella.
En ese momento, me di cuenta de que todo lo que deseaba era casarme y formar una familia. La descripción del empleo de esposa y mamá de repente se veía mejor que cualquier otro empleo que mi diploma pudiera valerme.
Así comenzó mi batalla con el descontento y la soledad.
Deseaba conseguir marido en la universidad. En vez de eso, conseguí una licenciatura en Ciencias Políticas.
Nunca fui el tipo de chica que soñaba con casarse. Ingresé a la universidad soltera, lista para conquistar el mundo. Tenía a Cristo, estaba recibiendo una buena educación y me sentía contenta. Los deseos de formar una familia vivían en algún lugar allá afuera, en la tierra de los treinta y tantos años.
En algún punto de la carrera universitaria, mis amigos de la infancia comenzaron a comprometerse, casarse y luego embarazarse. Muy rápidamente, empecé a sentirme identificada yo también con la expresión “no es bueno que el hombre esté solo”.
Una mañana, vi una publicación de otra amiga más que anunciaba que se había comprometido. Era una buena amiga y estaba feliz por ella. Empecé a llorar. Sin embargo, me di cuenta de que las lágrimas que brotaban de mis ojos no eran por la felicidad que sentía por ella. Eran porque deseaba ser yo quien estaba anunciando su compromiso, y no ella.
En ese momento, me di cuenta de que todo lo que deseaba era casarme y formar una familia. La descripción del empleo de esposa y mamá de repente se veía mejor que cualquier otro empleo que mi diploma pudiera valerme.
Así comenzó mi batalla con el descontento y la soledad.
Acerca de este Plan
La soltería puede llegar a ser una experiencia placentera si se percibe de la manera en que Dios la ve. La escritora Katelynn Luedke presenta las luchas y los desafíos que conlleva vivir como persona soltera y cómo pudo entender que la soltería es un don de Dios, y que Dios mismo es su placer y suplidor de todo lo que ella pueda necesitar.
More
Nos gustaría agradecer a Katelynn Luedke, contribuidor invitado por desiringGod.org, en colaboración con El Centro Network por facilitarnos este plan. Para obtener más información, por favor visítenos en: www.desiringGod.org y www.elcentronetwork.com