La medida de nuestra feMuestra
"La fuente de nuestra fe"
El propósito de Dios es exactamente el mismo que se menciona en Efesios 2:8-9, donde Pablo hace hincapié en que la fe salvadora es un don: “Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. La fe es un don de Dios, para que nadie se gloríe; o como dice Romanos 12:3, para que no pensemos más alto de nosotros mismos de lo que debemos pensar. El último baluarte de la jactancia es creer que somos los originadores de nuestra propia fe.
Pablo sabía que la gracia abundante de Dios fue la fuente de su propia fe. Él dijo en 1 Timoteo 1:13-14: “…aun habiendo sido yo antes blasfemo, perseguidor y agresor. Sin embargo, se me mostró misericordia porque lo hice por ignorancia en mi incredulidad. Pero la gracia de nuestro Señor fue más que abundante, con la fe y el amor que se hallan en Cristo Jesús”. Pablo era un incrédulo, pero entonces la gracia sobreabundó en él, manifestándose en la fe.
Pablo sabía que esto mismo también sucede con cualquier otro creyente. Le dijo a los filipenses: “Porque a vosotros se os ha concedido por amor de Cristo, no sólo creer en Él, sino también sufrir por Él” (Filipenses 1:29). Por esta razón, Pablo da gracias a Dios y no a la iniciativa humana por la fe que vio en sus iglesias: “Siempre tenemos que dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es justo, porque vuestra fe aumenta grandemente” (2 Tesalonicenses 1:3).
Damos gracias a Dios por el crecimiento de la fe, puesto que “Dios ha distribuido a cada uno” su propia medida de fe (Romanos 12:3). Espero que esta verdad tenga un profundo impacto en la forma en que oras.
El propósito de Dios es exactamente el mismo que se menciona en Efesios 2:8-9, donde Pablo hace hincapié en que la fe salvadora es un don: “Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. La fe es un don de Dios, para que nadie se gloríe; o como dice Romanos 12:3, para que no pensemos más alto de nosotros mismos de lo que debemos pensar. El último baluarte de la jactancia es creer que somos los originadores de nuestra propia fe.
Pablo sabía que la gracia abundante de Dios fue la fuente de su propia fe. Él dijo en 1 Timoteo 1:13-14: “…aun habiendo sido yo antes blasfemo, perseguidor y agresor. Sin embargo, se me mostró misericordia porque lo hice por ignorancia en mi incredulidad. Pero la gracia de nuestro Señor fue más que abundante, con la fe y el amor que se hallan en Cristo Jesús”. Pablo era un incrédulo, pero entonces la gracia sobreabundó en él, manifestándose en la fe.
Pablo sabía que esto mismo también sucede con cualquier otro creyente. Le dijo a los filipenses: “Porque a vosotros se os ha concedido por amor de Cristo, no sólo creer en Él, sino también sufrir por Él” (Filipenses 1:29). Por esta razón, Pablo da gracias a Dios y no a la iniciativa humana por la fe que vio en sus iglesias: “Siempre tenemos que dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es justo, porque vuestra fe aumenta grandemente” (2 Tesalonicenses 1:3).
Damos gracias a Dios por el crecimiento de la fe, puesto que “Dios ha distribuido a cada uno” su propia medida de fe (Romanos 12:3). Espero que esta verdad tenga un profundo impacto en la forma en que oras.
Escrituras
Acerca de este Plan
A cada creyente se le ha dado una medida de fe como un regalo de Dios. En un mundo donde la fe parece menguar cada vez más, necesitamos entender que esa fe se nos dio para que podamos vivir y actuar a través de ella. En esta serie de reflexión de tres días, encontrarás versículos que harán que tu fe sea arraigada y aumentada como un discípulo del Señor.
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Nos gustaría agradecer a Escrito por John Piper, fundador y maestro de desiringGod.org en colaboración con El Centro Network por facilitarnos este plan. Para obtener más información, por favor visítenos en: www.desiringGod.org y www.elcentronetwork.com