Contagio espiritual (1) JuniasMuestra
Sin nombre
En los Evangelios, encontramos a muchas mujeres anónimas. Obviamente, el hecho de no tener un nombre no quiere decir que sus vidas hayan sido insignificantes, pues lo que lograron estas mujeres ha cambiado el destino de muchas vidas. Quisiera enumerar a algunas de ellas.
En primer lugar, la mujer que hacía doce años que padecía de hemorragias. No se sabe más nada acerca de esta persona. ¿Cómo se llamaban sus padres? ¿Tenía esposo e hijos? ¿Era judía o gentil? Tan solo se sabe que había sufrido mucho a manos de varios médicos, y que se había gastado todo lo que tenía sin que le hubiera servido de nada, pues en vez de mejorar, iba de mal en peor (Marcos 5:26).
Pero era una mujer de fe. “Pensaba: Si logro tocar siquiera su ropa, quedaré sana” (Marcos 5:28). Inmediatamente después de que pusiera en práctica su pensamiento, quedó completamente sana. “Al instante cesó su hemorragia, y se dio cuenta de que su cuerpo había quedado libre de esa aflicción” (Marcos 5:29).
Al principio, tuvo miedo, pero se arrojó a los pies de Jesús, y escuchó de los labios de su Salvador decir: “Hija, ¡tu fe te ha sanado!” (Marcos 5:34). ¿Pero quién es esta mujer? Los pocos que estuvieron en la escena de los hechos. Lo concreto es que su historia está siendo anunciada por millones hoy alrededor del mundo como un destello de esperanza a todos aquellos que padecen alguna dolencia física.
En segundo lugar, la mujer sirofenicia que tenía una niña poseída por un espíritu maligno. Otra vez. Se sabe poco y nada acerca de esta mujer. El único dato es que era una mujer cananea (Mateo 15:22), es decir, una extranjera (Marcos 7:26).
Sin embargo, la sirofenicia de nacimiento reconoció a Jesús como su Señor (Marcos 7:28). Jesús fue conmovido por sus palabras de fe. Entonces le dijo: “Por haberme respondido así, puedes irte tranquila; el demonio ha salido de tu hija” (Marcos 7:29).
En tercer lugar, la mujer samaritana, otra mujer pagana. Se encontraba en el pozo de Jacob en busca de agua, y se encontró con nada menos que el Salvador del mundo. Lo que el lector puede llegar a saber de esta mujer es que había tenido 5 esposos, y que estaba en pareja con alguien que no era su esposo. Al principio, la mujer sospechaba que Jesús podía ser un profeta judío, pero luego volvió al pueblo, exclamando a toda voz: “Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será este el Cristo?” (Juan 4:29).
Sencillamente, se trata de una extraordinaria mujer de fe a pesar de sus fallidos intentos en el amor, pues fue por medio de esta mujer sin nombre que aconteció un extraordinario avivamiento en Samaria. “Muchos de los samaritanos que vivían en aquel pueblo creyeron en él por el testimonio que daba la mujer” (Juan 4:39). “Y muchos más llegaron a creer por lo que él mismo decía” (Juan 4:41).
En cuarto lugar, la viuda de la alcancía del templo. Jesús se había detenido para observar cómo ofrendaba la gente. En ese momento, un grupo de ricos echó sus ofrendas en el tesoro. En medio de esa multitud, había una viuda que había echado dos leptas de muy poco valor.
¿Qué información tenemos de esta mujer? Casi nula. Tan solo que era una “viuda pobre” (Lucas 21:2). Era una mujer anónima que para los ojos del mundo pasaba desapercibida. Pero su amor y consagración para con Dios conmovió el corazón de Jesús, quien dijo: “Les aseguro que esta viuda pobre ha echado en el tesoro más que todos los demás. Estos dieron de lo que les sobraba; pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía, todo su sustento” (Marcos 12:43-44).
En quinto lugar, una mujer pecadora que unge a Jesús. Si bien esta historia se presta a confusión porque es muy similar a la que registran otros evangelistas, e incluso algunos exégetas hablan de 3 ungimientos distintos, lo cierto es que a diferencia de lo que sucedió en Betania con María según el Evangelio de Juan, se trata de una mujer sin nombre.
A lo largo de la historia, algunos han intentado relacionar la frase “fama de pecadora” con la prostitución. Lo cierto es que esta mujer pecadora tampoco tiene nombre. Es anónima, aunque conocida por su fama.
Cuando se enteró que Jesús estaba comiendo en la casa de Simón el fariseo, se presentó con un frasco de perfume. Sin insinuar mucho, se arrojó a los pies de Jesús, secó las lágrimas derramadas con su cabello, y luego de besar los pies del Señor, lo ungió con perfume. Lucas hace énfasis en su condición de “pecadora” (Lucas 7:37, 39). Aun así Jesús honró la fe de esta mujer anónima, al comparar el trato que tuvo Simón para consigo, al decir: “Tú no me ungiste la cabeza con aceite, pero ella me ungió los pies con perfume” (Lucas 7:46). Luego se volvió a ella, y le dijo: “Tus pecados quedan perdonados” (Lucas 7:48). Y sentenció: “Tu fe te ha salvado… vete en paz” (Lucas 7:50).
Y así podemos enumerar a millares de mujeres sin nombre, pero sus historias siguen siendo una extraordinaria inspiración para miles de creyentes alrededor del mundo.
“Una mujer” (Marcos 5:25).
“Una mujer” (Marcos 7:25).
“Una mujer” (Juan 4:8).
“Una viuda” (Lucas 21:2).
“Una mujer” (Lucas 7:37).
Indudablemente, las mujeres ocupan un lugar primordial en la Palabra de Dios aun cuando su condición sea la del anonimato.
El Espíritu Santo está siendo derramado tanto sobre hombres como mujeres de fe. No hay tiempo que perder discutiendo asuntos que no conducen a ningún horizonte. Mujer, Dios quiere usarla como a Junias, una apóstol olvidada durante siglos. No importa si no es una celebridad ni la cantidad de seguidoras que tenga en las redes sociales. Así como evidencia la propia Biblia y la historia del testimonio cristiano, deje que Dios la use, obre un milagro en su vida para que así pueda contagiar a otras con el mensaje del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo.
Acerca de este Plan
Junias, destacada entre los apóstoles, contagió a todo su alrededor con el mensaje del Evangelio. Luego de este plan junto a la pastora Sonia Shim, usted se convertirá en la Junías de esta generación.
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Nos gustaría agradecer a La mujer influencer por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://libreriapeniel.com/producto/contagio-espiritual/