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EL VERDADERO AMOR

“No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo; yo soy el SEÑOR” (Lev. 19:18).

Levítico puede parecer un libro un poco aburrido para muchos; pero algunos se han detenido a ver el valor que posee.

Este libro especifica las leyes que Dios le dio a su pueblo para su beneficio espiritual, ético y social. Esa es la razón por la cual la gente no lo lee, los mandatos y las leyes son temas aburridos para muchos, pero hay un versículo que puede llamar mucho la atención si nos detenemos a analizar cómo sintetiza el libro: “No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo; yo soy el SEÑOR” (Lev. 19:18).

Y, ¿el amor tiene que ver con las leyes? Es una pregunta que quizás estás haciendo en este preciso momento. La palabra ley viene del sustantivo torah, que significa enseñanza. Es decir que Dios en este versículo de Levítico (para ser más específicos), nos quiere enseñar cómo vivir delante de Su presencia; en este caso, amando a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

¿A qué se refiere Dios con amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos? En hebreo, la palabra 'âhab significa amar. El mandamiento de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos es simple, pero comúnmente resulta mal entendido. Esto no significa que debamos amarnos a nosotros mismos antes de poder amar a alguien más; significa que de la misma manera que nos cuidamos a nosotros mismos y nos preocupamos por nuestros propios intereses, debemos cuidar y preocuparnos por los intereses de los demás. Es vivir sin egoísmo.

Muchos deciden amar como los fariseos y escribas: sólo quieren a quienes los quieren; pero el amor no radica en ese principio, sino que nace del punto que dicen por ahí: “hacer el bien sin mirar a quien". Es cierto, uno como ser humano se pregunta a veces: ¿y cuál es la necesidad de amar a otros que ni siquiera se preocupan por mí? Mi respuesta siempre ha sido y será: mira a Cristo porque sus acciones hablaron más que sus palabras.

Hoy te invito a publicaren tus redes lo siguiente: decido amar a mi prójimo como a mí mismo como Jesús lo hizo con sus enemigos.