Venciendo la ansiedadMuestra

¡No te oigo!

En estos días, hemos aprendido que la oración es el común denominador cuando enfrentamos las adversidades, y aunque sintamos que Dios no nos escucha, Él está ahí…

Déjame contarte una historia de un matrimonio que estaba a punto de separarse. Aunque los padres intentaron que sus hijos no lo supieran, su hijo mayor lo descubrió. El niño se llenó de temor y angustia porque de un día para otro, todo se había derrumbado. Pero, en medio de su dolor, le recordó que sus padres siempre oraban. Entonces, cerró sus ojos y dijo: "Señor, solo una cosa te pido y es que mi familia no se separe". Esa pequeña oración se volvió una constante para él, todos los días. Y cuando pasó el tiempo, Dios trajo paz a su vida, y también obró en el corazón de sus padres.

Él mismo relataba, años después, que en esos momentos cuando era solo un niño orando sin entender, él no sentía que Dios le respondiera. Es más, hasta creía que no lo oía, pero ahí es donde Él se equivocó. Con el tiempo, aprendió a escuchar y a reconocer el lenguaje de Dios. Su perseverancia en la oración y relacionarse con Dios fue lo que lo ayudó a vencer la ansiedad.