VENCIENDO, LA ORFANDADMuestra

LA LIBERTAD DEL PADRE

La paternidad de Dios llega a tu vida para hacerte libre de las cadenas que producen las heridas en tu corazón. El deseo de Dios como Padre es que no seas un esclavo del mundo y de las circunstancias o del pecado, sino que seas libre para adorarle, alabarle y para hacer Su voluntad.

"Saca mi alma de la cárcel, para que alabe tu nombre; me rodearán los justos, porque tú me serás propicio” (Salmos 142:7).

A causa de la falta de paternidad, tenemos ofensas en nuestro corazón, tristezas, vacíos, que confinan nuestra alma en una cárcel de aislamiento y estamos como prisioneros. La falta de identidad es la raíz de la esclavitud, ya que hemos sido libertos y adoptados como hijos de Dios a través de Jesucristo.

El arma más grande de Dios para traernos a libertad es Su propia Palabra y la verdad que ella contiene:

...y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Juan 8:32).

¿Quién es la Verdad? ¡Cristo! ¿Qué revela esta Verdad? La Escritura revela muchas verdades acerca del reino de los cielos y de nuestro Salvador, así como también el Padre que lo envió. Una de estas verdades liberadoras es saber que se nos ha sido dada la potestad de ser hechos hijos de Dios.

Jesús quiere liberarte de estas cadenas de esclavitud, de pecado, de opresión y reconciliarte con el Padre:

"Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres" (Juan 8:36).

Cuando se tiene una herida de orfandad, donde no tienes a nadie que te provea o te ayude, terminas vendiéndote como esclavo al pecado, por protección, quizás por amor, por dinero, permitiendo cosas crueles y tratos deplorables, pero si le permites hoy al Padre Celestial entrar en tu vida. Su Hijo Jesucristo no solo te libertará, sino que además te convertirás en heredero de Dios:

"Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo" (Gálatas 4:7).

No tienes que someterte a cambio de sustento, cuentas con un Padre que por gracia te ha hecho heredero de todas Sus riquezas.

Dios quiere se seamos libres, por esa razón nos desata de la esclavitud por medio de Su Espíritu:

“Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! (Romanos 8:15).

Ya no eres esclavo del temor. ¡Ahora eres un hijo, amado y heredero por medio de Jesucristo!