Jesús para todos: La resurrecciónMuestra

Jesús, el forastero

Durante el mismo día de la resurrección del Señor, dos de Sus discípulos se dirigían a la ciudad llamada Emaús. Mientras caminaban, iban hablando acerca de todas las cosas que sucedieron en Jerusalén con respecto a Jesús. En eso, un singular personaje se les une y les pregunta: «¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes?» (Lucas 24:17). Ante esto, Cleofas le responde con otra pregunta: «¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días?» (Lucas 24:18). Aquí tienes otra manera en la que llamaron a Jesús: «¡Forastero!».

Un forastero es alguien que procede de otro lugar. Sin saberlo, Cleofas usó un calificativo muy adecuado. ¡El resucitado pertenecía a otro lugar! Se trataba de un forastero en la tierra y, cuarenta días después de Su resurrección, volvió a Su lugar de procedencia. Jesús no era de este mundo, así lo declaró Él: «Mi reino no es de este mundo [...] mi reino no es de aquí» (Juan 18:36). Por un tiempo, treinta y tres años, Jesús fue el forastero más singular que visitara el planeta tierra.

Más tarde, mientras los discípulos estaban en un aposento alto, Jesús hace Su magistral aparición ante Sus discípulos y les hace esta pregunta: «¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos?» (Lucas 24:38).

En la recta final y definitiva hacia el mejor lugar, ¿por qué estamos turbados? Las circunstancias nos empujan, pero el resucitado jamás ha perdido el control ni ha soltado el timón: «No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo» (Juan 14:27).

Oración

Señor Jesús:

¡Qué paz siento en mi corazón al saber que resucitaste con poder! Enséñame a vivir cada día entendiendo que también soy un forastero en esta tierra y que mi mayor galardón está reservado en el cielo junto a Ti. Ayúdame a vivir cada día sin temor del mañana sabiendo que Tú diriges mi vida. Amén.